Friday, July 25, 2008

Rafa Márquez: "Dinho se tenía que ir"

Hace dos años, cuando el Barcelona pasó por los Estados Unidos por última vez, el club catalán fungía de emperador del planeta fútbol. Ahora que está de vuelta, parece que lo hiciera huyendo de los fantasmas de dos años de sequía, tristeza y oscuridad. Pero la realidad no tiene nada que ver con los versos, sino todo que ver con el mercadeo. Los grandes equipos europeos planifican sus pretemporadas combinando clínicas de trabajo con puestas en escena, como esta última gira del Barsa, que buscan abrir nuevos mercados, y son bien remuneradas. ¿El Chelsea? Está en China. ¿El Atlético de Madrid? En México. ¿Manchester? Anda en Suráfrica.

Por una razón o por otra, es una oportunidad imperdible para acercarse a los corredores del legendario Camp Nou, vivir durante unos días en Can Barsa. El equipo tiene programados dos partidos en su gira por los Estados Unidos. El domingo 3 de agosto se enfrentará a las Chivas Rayadas en el Soldiers Field de Chicago, y el miércoles 6 de agosto lo hará contra los New York Red Bull en el estadio de los Gigantes.

Este Barsa 2008 llega con caras nuevas, y varios caciques menos. Ronaldinho se ha ido al Milán, Deco al Chelsea. El futuro de Eto’o es incierto. Su nuevo técnico, Pep Guardiola, se estrena como entrenador en primera tras una exitosa carrera como jugador. ¿Saldrá el sol después de Ronaldinho?

El capitán de la selección mexicana, Rafael Márquez, asegura que sí, que saldrá. En su quinto año en el club, Rafa no ha sido inferior a las circunstancias. Una vez confirmó con el técnico que “estaba dentro de sus planes”, ha hecho parte del enclave de jugadores que pretende llenar los vacíos producidos por el éxodo de cracks. En los primeros días de la pretemporada el Kaiser de Michoacán sugirió que “sería un honor ser el capitán”.

“Soy uno de los que se quedaron, y quiero volver a ser uno de los jugadores importantes de este equipo”, declaró Márquez en una conferencia de prensa telefónica el miércoles 23, añadiendo que “la gran diferencia ahora es que estamos trabajando con gran intensidad y tenemos un técnico nuevo”. Desde Escocia, donde el Barcelona ha programado los primeros días de su pretemporada, el defensor central manifestó su entusiasmo por volver a los Estados Unidos, donde reconoce que su club tiene muchos seguidores.

“Fue triste ver salir a Ronaldinho, a Deco o a Giovanni”, expresó Márquez, a propósito del tema del verano. “Aparte de ser grandes jugadores, eran amigos míos. Pero el fútbol es así: se tenían que ir”.

Sunday, July 06, 2008

Antes de que amanezca

América hizo una campaña espectacular, aunque sus luces se hayan apagado en la final. Antes de que amanezca, convendrá recordar, y agradecer, el inmenso esfuerzo de estos jugadores y de su técnico.

Mejor así, pienso, porque lo del árbitro en Cali, terminando el partido durante una acción de gol del Chicó, fue de lo más bochornoso que me ha tocado ver en el fútbol. ¿Qué pasó? No tengo idea, pero dio la impresión de que el juez le metía la mano al partido. En algunas ocasiones, y esa fue una de ellas, las impresiones son todo. Para ganar mediante un exabrupto de ese tamaño, mejor perder.

De todas maneras, los dos partidos fueron pobrísimos. América no mereció ganar ni en Boyacá ni en Cali, aunque sus delanteros hayan desaprovechado opciones increíbles. Pobre Adrián Ramos. Además de marrar la oportunidad más clara de la serie, a boca de jarro, como dicen, va y bota a las nubes su penal.

Los jugadores americanos tienen que pensar que la vida es un partido largo, y siempre hay revanchas. A lo mejor no les tocan las de cal vestidos de rojo, pero ya llegarán. Algunos de ellos se pasaron de revoluciones, y parecían no estar mentalizados adecuadamente para un momento crucial. Armero, por ejemplo, transmitió inseguridad durante los minutos que jugó, como si estuviera desequilibrado emocionalmente, fuera de balance. Más preocupado por el árbitro y por los rivales que por la pelota. Para un equipo que depende tanto de sus laterales, la inoperancia de Pablito en la banda izquierda fue una herida de muerte. Arango tampoco estuvo a la altura de las expectativas. Solo Valdez, el capitán, supo dar la talla en los momentos clave.

En lo deportivo, espero que Umaña se quede, que esta nueva derrota le sirva para corregir errores, replantear detalles, para mejorar. Espero que pueda mantener la base de este equipo, acaso mejorarla con un par de contrataciones.

Pero no se nos puede olvidar que lo más importante para América es resolver su crisis institucional. Puente y compañía tienen que irse, los Rodríguez tienen que irse. Ya estuvo bueno. Este es un asunto de difícil resolución, pero es el verdadero desafío de la institución escarlata, su encrucijada. En tanto los directivos sigan siendo los mismos, América es inviable en el largo plazo.

Wednesday, July 02, 2008

Y nosotros, ¿cuándo?

Esta final es un regalo para todos los caleños que se quedaron afuera, para los que sobraron cuando los patricios del departamento se repartieron el pastel, para los que han sido ignorados por décadas y décadas de gobernantes corruptos, ladrones y mentirosos. Los condenados a vivir en una ciudad en ruinas, donde reinan los delincuentes, donde si no andás espabilado te hacen la cama en cualquier esquina. No es la ciudad que me tocó vivir, porque yo también soy un privilegiado, pero es la ciudad que conozco, que recorrí a diario, que aprendí a descubrir y querer, muy a pesar de la triste situación en la que está sumida.

Esta final es para el Valle del Cauca, olvidado de todos, en manos de un macarra, herido de muerte bajo la vigilia de la rosca paisa que quiere eternizarse en el poder nacional. Para Buenaventura, para la gente del barrio Lleras, del Alfonso López, que ve cómo entran y salen las riquezas de su país sin que les dejen ni siquiera las migajas. Tan solo el narcotráfico reparte sus riquezas en el puerto, aunque también, claro, sus muertos, su violencia intolerable.

Quizá lo más triste es que este triunfo del América, esta final ganada con el sudor y el esfuerzo de un plantel sin paga y un técnico que ha sabido sobresalir en la miseria, va a servir para que los políticos, los dirigentes, incluso esos que se hacen llamar vallecaucanos ‘de bien’, se den un baño de popularidad, se sumen a la caravana, se roben también esta gloria que no les pertenece.

Que no se nos olvide, por ejemplo, que el señor Carlos Puente no permite que los jugadores del club se asocien para hacerse respetar, un derecho que les garantiza la constitución. Que las directivas del América no pagan lo que deben, que le hacen el quite a la seguridad social de sus empleados, que se comprometen y luego si te vi no me acuerdo.

Esta final no es un éxito del presidente, ni del patrón, ni del gobernador del Valle del Cauca, tampoco del alcalde. En la foto, solamente, deben estar los jugadores, los empleados, el técnico, su equipo de colaboradores. Gracias a ellos, América se levanta de su ruinosa realidad, conforta el corazón de una hinchada, de un pueblo que sufre. A veces se puede, aún en contra de las más abrumadoras vicisitudes, a veces se puede. La fuerza está siempre adentro, siempre ahí.

Así que disfrutemos, sí, celebremos, pero que no se nos olvide, que nunca se nos olvide que esto es la excepción y no la norma. Que mañana, cuando la pelota haya dejado de rodar, Cali será igual, el Valle del Cauca será el mismo, que los macarras, los ladrones y los cañeros seguirán ahí, exprimiendo las últimas gotas de riqueza de nuestra tierra querida, sin resolver ninguno de sus problemas. Que este es un triunfo de unos pocos, porque para que todos ganemos nos hace falta jugar, a todos, como lo hace este América.

Sunday, June 29, 2008

Raúl o la gloria

A estas alturas no tienen ninguna gracia subirse al bus de la victoria española: vista desde el presente prometedor, la manera categórica con la que La Furia ha llegado hasta la final parece adecuada a la lógica. Lo cierto es que, antes de arrancara el europeo, no le faltaban críticos a la selección ni a Aragonés, como oportunamente reconoce el siempre juicioso Alfredo Relaño, director del As.

Luego del último Mundial, desde que el Sabio de Hortaleza decidió prescindir de Raúl, los periódicos de la capital española, y en alguna medida también la hinchada, no han parado de darle palo al veterano entrenador. La última campaña, más o menos pasable, del buque insignia del madridismo alborotó todavía más a los fustigadores. A sus 30 años, el 7 merengue es el máximo goleador de la Liga de Campeones (61 goles), el segundo goleador histórico del Real Madrid (289 goles), y el máximo artillero de la selección nacional (44 goles). 6 ligas españolas y 3 Copas de Europa coronan una trayectoria brillante. Para cuando finalmente se jubile, Raúl tendrá unos números todavía más espectaculares; varios de sus registros serán directamente insuperables. ¿Por qué motivo un seleccionador se da el lujo de no convocar a una leyenda en activo? A la luz de estos antecedentes, la pregunta no solo es legítima sino casi retórica: no existe ningún motivo válido.

Y sin embargo, aquí estamos. España, tras 44 años, se ha clasificado a la final de la Eurocopa. Se dispone a derribar la última barrera de su sofocante complejo de inferioridad. Con Raúl en el equipo, La Furia se despidió temprano de tres Copas del Mundo y dos Eurocopas. En estas competiciones, el infatigable delantero jugó 18 partidos, convirtiéndo a duras penas 6 goles. David Villa, el heredero de su dorsal en el equipo de Aragonés, ha jugado un Mundial y una Eurocopa, y, con 7 anotaciones, ya le superó.

¿Gana España porque no está Raúl? Quizá sea una conclusión descabellada de los acontecimientos. El caso es que, sin él, el equipo se ha visto cómodo, crecientemente asertivo, con forro de campeón. A cada paso, mil presagios anunciaron su derrota, y sin embargo siguió avanzando. Ahora, sólo Alemania se interpone entre La Furia y la gloria. En unas horas, el fútbol, en su sabiduría infinita, decidirá. Si España gana, lo hará sin Raúl. Ni la historia ni él podrán olvidarlo jamás.

Wednesday, June 25, 2008

Umaña presidente

No ando muy lejos de mi patria, pero la presunta globalización de todas las cosas sobre la faz de este mundo no da como para verse un partido de las finales del fútbol profesional colombiano por televisión. Toca colgarse de una página de internet, aguantarse la transmisión discontinua y pixelada de las hazañas de La Mechita, amenizada por los comentarios de macarras, cobardemente refugiados en el anonimato. Yo paso de eso, pero sigo pendiente del milagroso equipo de Diedo Édison Umaña, que acaba de sellar con una victoria en el principado de Don Berna el paso a la final de su equipo, mi equipo, el equipo de la absoluta mayoría.

Ni la felicidad ni el orgullo me caben entre pecho y espalda. Estas victorias son tanto más sabrosas que las de los ochenta, cuando todo era regalado, comprado a lo que costara. Ahora se siente el esfuerzo, se vive la pasión, la entrega. Los patrones ya no cumplen ni años, el payaso de presidente que tenemos da mas vergüenza que Daniel Ortega, y sin embargo los jugadores han encontrado en su interior la enjundia y la vocación por la gloria que no demuestran, ay, la mayoría de sus paisanos.

¿Quién nos espera en la final? Quiero al Cali, para que mi ciudad asegure cuota de felicidad en estos días aciagos, y porque, si ganamos, será como descubrir que el Niño Dios sí existe. No puedo ni imaginarme siquiera.

Pero mientras tanto, saborear. Llenar el Pascual Guerrero el domingo, alentar a los pelados, reconocerles el esfuerzo tremendo, la faena con la que nos han deleitado. Gracias a ellos, América vuelve a ser tierra firme.

Sunday, June 22, 2008

La furia contra la genética

‘El fútbol es un deporte de once contra once en el que al final gana Italia’, suelen decir en Europa. Con el paso de los años, el dicho –como toda buena muestra de sabiduría popular– ha encontrado validación empírica una vez tras otra. Independientemente de las circunstancias, los italianos siempre se las arreglan para prevalecer. Es como si tuvieran un predisposición genética para la victoria. Con España, el asunto es al revés. Aunque la selección ganó el título europeo una vez (1964), han sido sus repetidas eliminaciones en cuartos de final de los torneos mayores (Eurocopa, Copa del Mundo), las que han configurado el imaginario alrededor de La Furia, el gen perdedor de los españoles.

“Las decepciones les motivarán”, ha sugerido Roberto Donadoni, el entrenador italiano, a propósito del partido de hoy entre Italia y España, por los cuartos de final de la Eurocopa. Su equipo tuvo un comienzo titubeante, como suele pasar, cayendo en estrepitosa goleada ante Holanda en su primer partido, y clasificándose a la siguiente fase segunda en su grupo. España, en cambio, está volando. Ganó todos sus partidos, sus delanteros pasan por un momento brillante, y en el medio Xavi ha sido imperial.

La última vez que estos equipos se encontraron en competencia, España jugó mejor pero terminó perdiendo. Fue en 1994, en el Mundial de Estados Unidos, cuartos de final. El partido pasó a la historia por el codazo con el que Mauro Tasotti le partió la cara a Luis Enrique, y que el árbitro no vio. ‘¡Vendetta!’, clamaba Marca en primera página, junto a la sugestiva imagen del rostro ensangrentado del delantero, apenas se supo del nuevo emparejamiento entre estas dos selecciones. Mala vaina: el periódico deportivo ya se pasó varios pueblos en el último Mundial, cuando se apresuró a ‘jubilar’ a Zidane en la previa del enfrentamiento entre España y Francia. Al pasado, mejor no invocarlo; la historia no está del lado de La Furia.

Si España llega a ganar, será a pesar de fuerzas poderosísimas, en contra de su propia naturaleza. La única victoria de los españoles ante los italianos fue en 1920, justamente un 22 de junio. “Este será el partido por el que me recordarán”, advirtió Luis Aragonés, técnico español, al que no por nada llaman El Sabio. ¿Habrá llegado la hora?

Friday, June 13, 2008

Patrón del Valle

Cuenta el portal deportivo fubtolred, recientemente adquirido por El Tiempo, que el flamante gobernador de los vallecaucanos ha ofrecido nada menos que 300 millones de pesos al club de fútbol profesional de Cali que salga campeón. “¿Querían motivación? Pues bien, Juan Carlos Abadía ha tocado el tema que más le gusta a los equipos”, apunta Héctor Fabio Gruesso, corresponsal del portal en la Sultana.

No dice la nota, publicada hace apenas unas horas, de dónde saldría el incentivo, si de las empobrecidas arcas del departamento, o de los hinchados bolsillos de su mandatario. El anuncio está complementado únicamente con las apologéticas reacciones de miembros de los planteles del América y el Cali, que también posaron con el patricio para la foto respectiva.

Yo no sé mucho de nada, pero me late que el gobernador debería dedicarle más tiempo a los asuntos para los que se hizo elegir. El desenlace del campeonato profesional de fútbol no es problema de Abadía; gobernador del Valle del Cauca no es lo mismo que capo de cartel, por mucho que se parezcan las trayectorias de Abadía a la de los dueños de La Mecha.

El heredero del Movimiento Popular Unido, en donde se han forjado delincuentes de la talla de Juan Carlos Martínez, debería analizar detenidamente la zaga de El Padrino, o la película de la guaca de las FARC, y aprender que, cuando uno corona, hay que comer callado.

Wednesday, June 11, 2008

Ronaldo, el malo

“Llevas en Old Trafford cinco temporadas, pero olvidas que sólo en las dos últimas has jugado bien. Antes, Ferguson te mimó, pese a que eras un piscinero, pese a que eras un chupón que preferías encarar a un defensa para perder el balón antes que pasárselo a un compañero. Incluso pudo haberte criticado por tu actuación ante Inglaterra durante el Mundial de Alemania. Pero te mimó. Ahora te has convertido en un maldito gran futbolista, el mejor del mundo. Pagaría sólo por verte calentar, pero no tienes madurez para saber lo que hicieron por ti”.

(carta abierta de Ian Wright a Cristiano Ronaldo)

Sunday, June 08, 2008

Love Song

El televisor está encendido. Su bocaza escupe imágenes cuya naturaleza, extraordinaria, se me escapa. Corre quien sabe qué día de julio, corre el 86. La pelota la tiene Diego, se saca a dos. Primer cuarto de cancha. Se abre paso por una gramilla hirviendo, es el mediodía («la hora de los raviolis, no la hora del fútbol, viejo»), cruza la raya central. Maradona está de gira con su zurda prodigiosa. Hace unos minutos metió un gol con la mano en las narices del árbitro, del arquero, del mundo. A pesar de la alevosía, evidente en el gesto, nadie la vio, celebramos el primero. Ahora entra en el área, acaba de sacarse al quinto, al sexto, se va a caer. Bajo el estadio Azteca hierve la sangre de los héroes de la gran Tenochtitlán. A los defensas ingleses se les frunce: hay una llama encendida en la espalda del Diez: arrepiéntanse de sus pecados. Qué clase de rockero enorme es Maradona. Engancha al arquero, tira. Cántelo. El mejor gol de la historia. Cuartos de final, México 86, Argentina 2, Inglaterra 1. La magia del uno y el cero se rompió sobre la espalda del pelusa y se derramó. Quedó regada sobre la gramilla del estadio Azteca y temblaba, rendida. Apoyado en mis brazos, la mirada al suelo, me incliné y bebí. Tenía nueve años, fue mi primer amor.

Tuesday, June 03, 2008

La Pampa

Un día, no recuerdo exactamente, durante la última feria, me encontré con un cacique del actual plantel americano, celebrando sus aguinaldos en La Pampa. La disco es un recomendado personal de Juam, que conoce los templos salsosos de La Sultana y no se pierde el festival de coleccionistas del Parque de la Música. Esa ha sido una fantasía recurrente mía, rumbear con mis ídolos futboleros, y, aunque ya me imagino a los cínicos apuntando que en este América no hay ídolos, yo no pienso igual. Para mi, en mi balance personal, estos pelados, y Umaña, ya la sacaron del parque. Conmueve ver a La Mechita metiendo miedo otra vez, acechando con arrebatarle a Millonarios los sobrados de su rancio honor. Me ha tocado perder últimamente, como al América, y aprendí que nadie te garantiza un resultado. Lo único que podés hacer, lo que verdaderamente te define, es jugar bien. Aguante La Mecha.

Wednesday, May 21, 2008

Borondo

Debí haberle creído a las aves de mal agüero, cuando las avisté en el horizonte, luego circulando el cielo, y finalmente arrebatándose el cadáver del muerto. “El Barcelona ha dejado de latir”, explicaba David Torras la semana pasada, en El Periódico de Cataluña. Las directivas exploran el mercado frenéticamente para firmar una figura que apague el incendio, y Frank Rijkaard pasa sus últimos días en La Massia. Yo tuve fe en el difunto hasta el final, sobre todo por lo que había sido en vida, cuando el sol brillaba sobre sus hombros. Pero en buena parte, también, por culpa de este holandés con raíces antillanas. Rijkaard es el único de los protagonistas del levantamiento, y caída, del imperio del Barcelona Feliz de Ronaldinho, que puede emerger de la trágica catástrofe incólume, diría yo que graduado de leyenda.

Cuando ‘Frank’ llegó a Cataluña, se encontró con un equipo perdedor, que había languidecido durante más de cinco años. Apenas dos o tres jugadores de su plantilla habían ganado títulos con el Barsa. La esquizofrénica hinchada ‘culé’ estaba más deprimida que nunca, harta de figuras, técnicos y directivos por igual. En ocasiones el equipo jugaba bien, pero en el largo aliento era incapaz de prevalecer. Graves interrogantes colgaban del cuello de sus principales estrellas. Esta descripción, dirá algún hincha merengue, bien podría aplicarse a las amargas circunstancias del presente, pero, como ya se sabe, ir no es lo mismo que volver.

Barcelona floreció bajo el honrado cuidado de Rijkaard, quien como técnico dio muestras de una pasmosa tranquilidad y una irreparable vocación por el bajo perfil, temperamento diametralmente opuesto al que le caracterizó en las canchas europeas. El video de los escupitajos que le dedicó a Rudi Völler en el Mundial de Italia (1990) todavía le da la vuelta al mundo, cortesía de YouTube. En la Ciudad Condal, en cambio, pocas veces se le vio desencajado. Los enfrentamientos con el Chelsea de José Mourinho, por la Copa de Europa, en los que el holandés se enzarzó en disputas con los árbitros o el técnico rival, constituyen excepcionales reminiscencias del fogoso jugador de antaño.

Abanderado de la ‘auto gestión’ del vestuario, presumiendo la buena fe y profesionalidad de sus figuras, el entrenador respaldó a muerte a los jugadores que le devolvieron la gloria a Barcelona, incluso cuando su equipo empezó a jugar un fútbol inocuo, autocomplaciente, debilidades que terminarían condenándolo a la autodestrucción. Aunque el desenlace de los acontecimientos parece privarlo de la razón, fue gracias a los mimos de Rijkaard que Ronaldinho se hizo crack, igual que Iniesta, Messi, o Eto’o.

“En cinco años, es el único en el vestuario que se ha mantenido fiel a si mismo. Muchos de sus futbolistas no pueden decir lo mismo”, apuntaba Johan Cruyff, autoimputado ‘súper–yo’ del barcelonismo, desde su tribuna semanal en El Periódico. El respetable también indultó al técnico. En el último partido de liga en el Camp Nou, que el Barsa terminó perdiendo 3 a 2 contra el Mallorca, los escasos cuarenta mil espectadores que acudieron al templo ovacionaron a Rijkaard, pero chiflaron a Deco y a Eto’o, y repudiaron con ‘pañolada’ al presidente del club, Joan Laporta. En la previa del partido, los corresponsales que cubren al Barsa homenajearon al técnico con una camiseta naranja, con la inscripción “Mai fumaràs sol” (‘nunca fumarás solo’ en Catalán), en alusión al himno futbolístico británico “You’ll never walk alone’, y a la reconocida adicción del entrenador a los cigarrillos (ciertos caricaturistas catalanes lo dibujaban con una hoja de ‘ganja’ en el fondo). “Lo malo es que lo acabo de dejar”, tiró Rijkaard, quien se hizo célebre por el particular sentido del humor con el que aderezaba ocasionalmente sus previsibles conferencias de prensa. Cuando vuelva, lo invito a un borondo.

Thursday, May 01, 2008

Roman sabe más

Cuando supe que Jose Mourinho se iba del Chelsea con la temporada recién comenzada, y que el dueño del club, el oligarca ruso Roman Abramovich, lo reemplazaría con un apéndice suyo, Avram Grant, calculé que el asunto acabaría mal. Una anécdota de las que publicó la prensa por esos días retrataba de cuerpo entero, para mi, la realidad del club londinense. Contaba la historia que al final del último partido que el entrenador portugués dirigió, Abramovich bajo a los camerinos y le dio una charla técnica a Michael Essien, mediante traducción del ruso al inglés de Andriy Shevchenko. Aparentemente, el magnate consideraba que el crack africano debía jugar más por afuera, no tanto por adentro.

Pues resulta que, en menos de un año, Grant ha llegado más lejos que Mourinho en toda su administración, de dos años y punta, y ha grabado su nombre con letras doradas en la historia del club. El sábado, su equipo venció al Manchester United en la Premier League, igualándole en puntos en la punta de la liga, a falta de dos partidos para decidir el campeón. Y ayer, el Chelsea se deshizo del Liverpool en las semifinales de la Champions, por primera vez en los tres años consecutivos que llevan encontrándose en el torneo continental. El club accede así a su primera final en este torneo, la fantasía de traqueto que trae obsesionado a Roman desde hace años. Convertirla en realidad le ha costado cerca de 500 millones de euros, entre las fichas y los contratos para reunir algunos de los mejores jugadores del mundo. Al principio, utilizó los mismos criterios para seleccionar entrenadores, pero le fue mejor poniendo al mando a un amigote, que a duras penas había dirigido un par de clubes en Israel, y la selección nacional de aquel país. De hecho, la federación de fútbol inglesa le tuvo que pedir a su homóloga israelí que acreditara la solvencia profesional del técnico, ya que éste no cumplía con los requisitos mínimos (la FA exige un ‘cartón’ UEFA, entre otras cosas) para poder dirigir en Inglaterra.

Didier Drogba y Michael Ballack son las grandes figuras de este equipo, que paga los mejores salarios del mundo del fútbol. Drogba convirtió dos goles ayer, en el partido más importante de la temporada, que se saldó con una victoria (3 por 2) para su equipo. El delantero marfileño, de 30 años, termina contrato y podría ser transferido a final de temporada. Se lo considera uno de los jugadores fieles a Mourinho, dentro de la presunta división de facciones que existe dentro del vestuario del Chelsea. Ballack convirtió los dos goles con que el Chelsea derrotó al Manchester United en la Premier el sábado, el último de ellos de penal, casi sobre el final del partido. Tras un comienzo tortuoso en el que se lo acusó, junto con Shevchenko, de ser uno de los ‘amigos de Abramovich’ dentro del vestuario, el ex jugador del Bayern Munich, de 31 años, se ha recuperado de una lesión de tobillo que fastidió la primera parte de esta temporada, y ha conquistado a la parcialidad azul con su mejor fútbol. En una entrevista para unos periodistas de su país, le preguntaron si el Chelsea era un equipo de éxito a pesar de su entrenador. “Bastante clase tendría que tener el equipo”, contestó, como quien dice que sí. En realidad, el éxito del Chelsea lo que demuestra es que Roman sabe más.

Wednesday, April 30, 2008

Se acabó esta farsa

En la cancha, Tévez no se anda con cuentos. Embiste con la fuerza de un miura, la habilidad de un felino, y la inescrutable tenacidad de una hiena. Los titulares de prensa son para Cristiano Ronaldo pero las ovaciones, por lo menos ayer, son para el Apache. ¡Arg-en-ti-no! ¡ar-gen-ti-no! ¡ar-gen-ti-no! , repicaba Old Trafford mientras el delantero de Fuerte Apache, un barrio villero de Buenos Aires, era sustituido. “Cuánto tiempo ha pasado desde que despidieron aquel Estudiantes campeón de la Copa Libertadores al grito de ¡animales!”, tiró Fernando Palomo, el narrador de ESPN. Cierto que los Ingleses encajaron mal la escuela de Zubeldía, Bilardo y la Bruja Verón, interpretando la picaresca latinoamericana únicamente desde la barrera de sus prejuicios sobre lo que consideran adecuado para el ‘beautiful game’. Pero el público inglés es generoso. Si le das, te devuelve. Y Tévez dio ayer hasta para botar. En Barcelona se había sacrificado malamente, en contra de lo que le pide su naturaleza, escorándose a la derecha, pendiente más de tapar a Gianluca Zambrotta que de salir él con algo. Aún así, hizo lo que Ferguson le pidió, sin más. En Old Trafford fue a otro precio. Manchester abandonó la especulación, porque nobleza obliga, y se lanzó a buscar al Barcelona. Carlitos no marcó el gol definitivo, el único de las semifinales, pero sí fue el mejor jugador. El que más hambre tenía de cuantos pasaron por el escenario del Teatro de los Sueños.

Ronaldo el malo, siguió en lo suyo. Aleteó como nunca y sumó otro partido importante en el que su condición de crack queda en entredicho. La prensa inglesa le ha dado palo al pelado portugués debido a su aparente incapacidad para deslumbrar en los partidos importantes. Incluso Frank Rijkaard se metió con él, insinuando en la previa que el penalti fallado en el Camp Nou podría resquebrajar la confianza del (por segundo año consecutivo) mejor jugador de la Premier. Anoche no apareció, tampoco hizo falta, porque su equipo se impuso con un golazo de Paul Scholes, el sí un crack veraz. La última cita con el gol del centrocampista inglés había sido en noviembre del 2007, y sin embargo no dudo en aprovechar el increíble regalo que le hizo Zambrotta cuando transcurría el minuto quince. El lateral italiano puso en sus pies una pelota que debió rechazar –como si todavía jugara en el Calcio–, y el veterano Scholes vacunó.

El gran ganador de las semifinales fue Álex Ferguson, el técnico que cumple su temporada 22 al frente del Manchester United. Recuerdo con nitidez que los comentaristas especializados, ante unos años en que su equipo se fue en blanco, pedían su retiro: está muy viejo, perdió competitividad. En 1999, Ferguson conquistó la segunda Copa Europea del ManU. Ayer volvió a clasificar a su equipo a la instancia definitoria del campeonato más apetecido del fútbol de clubes, a celebrarse a finales de mayo en Moscú. “La cualidad más estremecedora de Ferguson es su disposición a reinventarse a sí mismo y a su equipo, día tras día, temporada tras temporada”, apuntaba acertadamente James Lawton, quizá uno de los mejores cronistas deportivos británicos. No de otra forma podría el furibundo y despótico ‘boss’ haber sobrevivido durante dos décadas al máximo nivel de exigencia profesional, social y mediática.

“¿Saben cuál es el país más importante del mundo?”, dicen que suele preguntarle a los jugadores de su equipo. “Si, jefe: ¡Escocia!”, saben responden ellos, casi automáticamente. Nacido en Govan en 1941, ex jugador del Glasgow Rangers, en su dilatada carrera como técnico Ferguson ha ganado 9 ligas inglesas, 5 copas, 2 copas de liga, 7 Community Shields, 1 Copa Uefa, 1 Copa Intercontinental, 7 Supercopas y 1 Champions. Sin duda su mejor temporada fue la 1998-1999, en la que el Manchester United ganó su único triplete (liga, copa y Champions), y en el que la reina Isabel lo nombró caballero de la corte. Famoso por sus rabietas y por su rigor, sir Alex ha llegado al punto de multar a uno de sus jugadores porque lo rebasó en la carretera, lo que consideró una falta de respeto; o de abrirle la cabeza a Beckham con un guayo en el camerino, luego de un partido importante que no había salido bien.

Manchester United ganó su segunda Liga de Campeones en el Camp Nou de Barcelona, sobre la hora, frente al Bayern Munich, aupado sobre una generación fantástica de jugadores, criados por Ferguson ahí mismo en Carrington, la ciudad deportiva del club: Paul Scholes, Ryan Giggs, David Beckham. Beckham ya se fue, como en su momento se retiraron el mítico capitán Roy Keane o el goleador Rudd Van Nistelroy, sin que el equipo del técnico escocés notara la ausencia de los viejos bastiones. El año pasado, luego de la partida del delantero holandés, los Diablos Rojos se hicieron con la Liga Premier, marcando el mayor número de goles del campeonato. Durante las semifinales frente al Barcelona, Ferguson demostró respeto y admiración hacia su contrincante, así como una fiera determinación a que no se sacaran conclusiones precipitadas sobre su equipo, que parecía dudar en el momento cumbre de la temporada. “Estamos a dos partidos de ganar la Liga Premier, a dos partidos de ganar la Champions . . . un desastre”, tiró de la ironía el sexagenario técnico en la conferencia de prensa, ante una pregunta en esa dirección. El resultado de ayer le da la razón, una vez más, a esta leyenda viviente del fútbol inglés y mundial.

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Todos compartíamos la impresión, cuando menos la intuición, de que en Manchester se definía no sólo la suerte de la temporada, sino la de una era en el Barcelona FC. Alfredo Relaño, director del Diario AS, sugirió que Barcelona buscaba en el fondo de su alma. “Los últimos segundos de un equipo”, adelantó el escritor Juan Cruz, culé de mostrar. ¿De este equipo que cayó en las islas con sus botas, su espada, su sombrero de toda la vida, se recordarán las luces o las sombras? Han dicho que este año fueron dos distintos, uno en La Liga y otro en la Champions. Pero el Barcelona mostró contra el Manchester la misma incapacidad para convertir una abrumadora posesión en goles que ya había arruinado sus aspiraciones de alcanzar al errático Madrid. Sí se entrevió otra actitud, alguna vitalidad, que disimuló cuanto pudo el bajo tono físico de varios jugadores barcelonistas. Faltaría más; eran las semifinales de la Champions.

“El Barca se juega la temporada a un partido, signo inequívoco de su extravío”, sentenciaba Ramón Besa, de El País. Así es, el crédito se agotó ayer, pero este equipo anduvo en rojo un rato largo. “Final de ciclo”, tituló el portal del capitalino Marca al final del partido, mientras los jugadores del equipo catalán mostraban un ánimo contemporizador en la zona mixta. “No vamos a sacar conclusiones en caliente”, advirtió Charles Puyol, el capitán. Rijkaard aseguró que se quedaría, antes de matizar: “otra cosa es que te pidan que te vayas”. “Este equipo aún es joven y puede volver a ganar”, sugirió por su parte Deco, uno de los que aparece en todas las listas de candidatos a abandonar la disciplina azulgrana que circulan en los medios.

Pase lo que pase, queda lo bailado, lo que se lleva puesto adentro. ¿Alguien vio a un jugador como Ronaldinho en los últimos tiempos? ¿Habrá juego más estilizado que el del Barcelona? Frank Rijkaard llegó hace cuatro años, con la grandeza de sus tiempos de jugador, y poca experiencia en el banquillo. No era la primera opción del presidente Joan Laporta, pero fue con quien se pudo llegar a un acuerdo. Ronaldinho se puso la camiseta del Barsa ese mismo año. Ambos revolucionaron al club, lo volvieron una referencia mundial, un equipo casi irreductible. Pero hace dos años cambió el rumbo, y hoy el Barcelona es un gigante derrumbado. Aunque uno quería otra cosa, este desenlace amargo de una historia que se suponía feliz, es lo que mejor le sienta a la personalidad bipolar del club y su inefable ‘entorno’. El Barsa no es el de las hegemonías, ni los finales felices, sino el de las dudas, siempre las benditas dudas. Y el que vive y muere en su ley, la única que reconoce.

Thursday, April 10, 2008

Adivino la final

Liverpool aupó al Arsenal de la Champions con una goleada en casa, y un repaso táctico de Rafael Benítez. La muchachada de Arsene Wenger se estrelló una y otra vez contra el embudo del Liverpool, y Fernando Torres se doctoró con una joya para la corona de la vieja Copa de Europa. Recibió de espaldas, se deshizo de William Gallas como de un chivato y clavó un misil en el techo del arco de Almunia. El Niño ha destapado el tarro de las esencias en Inglaterra, marcando, con éste, 29 goles en su primera temporada en Londres. Arsenal empató brevemente, jugadón de Theo Walcott mediante, pero un penal dudoso ejecutado con sangre fría por Gerrard puso las cosas en su sitio. Apague y vámonos.

Benítez enfila baterías hacia su tercera final de Champions en cuatro años. Los números están ahí, su manera de ganar no tiene nada de casualidad y todo de acierto, de meticulosa obsesión en prescindir del azar. Los Reds han comprado con criterio, la plantilla estrecha que en su momento ganó la quinta Orejona se ha transformado en un mar de posibilidades: Dirk Kuyt, Ryan Babel, Lucas Leiva, Yossi Benayoun, Peter Crouch, Fabio Aurelio. La política de rotaciones que Benítez aplicó a rajatabla, aunque le costara críticas despiadadas por parte de la prensa, significa que su equipo llega a abril más o menos fresco, en todo caso sin ninguno de sus jugadores clave lesionado (uno: Daniel Agger, defensa central).

Carragher es el bastión atrás, el mejor guardaespaldas de Reina, que nunca desentona. Mascherano la rompe en lo suyo, se ensucia para quitar y se pone el traje para jugarla. El Jefecito fue una apuesta de Benítez, que lo rescató del West Ham United, pero sobre todo de las manos de Kia Joorabchian, y del grupo MSI, antiguos dueños de su pase. Hay un dato revelador respecto de Mascherano. Fue titular con la absoluta argentina primero que con la primera de River Plate. El Loco Bielsa le tenía toda la fe. El volante se fue del equipo de Núñez hacia el Corinthians, donde se juntó con Tévez. El grupo representado por Joorabchian estaba a cargo del club. Los jugadores no eran del Timao sino de MSI. El iraní tenía la intención de hacerse al West Ham, y se suponía que el traspaso de Mascherano y Tévez hace dos temporadas era el prólogo al arribo de un nuevo dueño. El delantero terminó jugando, marcó los goles clave en la batalla por la permanencia, pero el Jefecito no tuvo minutos, y pasó buena parte de la temporada por fuera de la convocatoria, ni siquiera en el banco. Cuando Benítez lo pidió prestado, Mascherano no existía para el fútbol inglés. Ahora es el capo del medio, no solo corazón sino también clase. Al punto que Benítez se animó a compararlo con Roy Keane, legendario capitán del Manchester.

Xabi Alonso es de los pocos jugadores que siguen siendo titulares luego de cuatro años. El vasco estuvo en la épica remontada de Estambul, la noche en que se fueron al descanso perdiendo tres a cero y terminaron el partido abrazados a la Orejona. Técnicamente, o en el criterio para elegir los recorridos de la pelota, Alonso no tiene nada que envidiarle a Mascherano. Para un técnico defensivo, Benítez pone en la primera línea del medio a dos jugadores más completos que el perro de presa, modelo para la posición.

Igual que su Valencia, este Liverpool es letal. Se sabe defender, hace relevos perfectos, ahoga al rival, y, adelante, ha aprendido a no perdonar. Con la llegada del Niño en el verano, Benítez puso a su capitán, Steven Gerrard, en una función ofensiva, partiendo del mediocampo. El ídolo de Anfield, héroe en Estambul, ha explotado con el reposicionamiento. Está más cerca que nunca del arco rival, y se encuentra con Torres en todo el frente de ataque. Entre los dos han marcado casi cincuenta goles en su primera temporada juntos.

El rival del Liverpool en semifinales será el Chelsea, cuyo técnico, Avram Grant, superó todas las expectativas manteniendo la competitividad del equipo después de llegar, de bruces, a principios de temporada. Chelsea es segundo en la caza por el título de la Premier, y se clasifica por cuarta vez consecutiva a las semifinales de la Liga de Campeones. Las dos últimas fue eliminado por el Liverpool, que metió dos goles y concedió uno en toda la serie. Y eso que el equipo era más peligroso con Mourinho. Rafa estará en Moscú.

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Barcelona llega al momento culminante de su temporada, da la impresión, a punto de desplomarse. Ronaldinho se ha despedido –no sé si volverá ©©– y Messi, su sucesor, sigue lesionado. En La Liga, el equipo de Rijkaard no ha podido controvertir el liderazgo del Madrid, aun cuando el conjunto merengue ha perdido seis partidos desde enero (Schuster ya superó el total de derrotas del equipo campeón de Capello). El domingo anterior, los culés se dejaron dos puntos más, en el Camp Nou, ante el Getafe de Laudrup, contendor en la Uefa, finalista de la Copa del Rey. La hinchada se hartó y despidió a su equipo con una frondosa ‘pañolada’, agitando sus pañuelos, papeles, los programas del partido, lo que fuera. La pañolada es una institución del fútbol español. Significa que se agotó la paciencia, que habló el respetable.

Ante el Geta, Barcelona estrelló tres balones en los palos, y se quedó sin marcar. Esta temporada, al equipo le cuesta un trabajo enorme hacer goles. Lesioando Messi, desaparecido Dinho, Henry los convierte a cuentagotas y Eto’o arrastra los dolores de su temporada febril. En medio del desconcierto, da la impresión de que el equipo se ha abandonado a Bojan Krkic, el muchacho de Linyola, hijo de padre serbio y madre española. Rijkaard trató de dosificarlo cuanto pudo, introduciéndolo con cuidado en el ‘entorno’ característico del barcelonismo. Sin embargo, la precocidad del chico, de 17 años, y su relación primeriza, intuitiva con el gol, han suscitado comparaciones con el marchito prodigio del madridismo, Raúl. La descripción de Deco es buenísima. “No tiene regate, pero regatea; no posee remate, pero remata, y no se marcha en velocidad, pero se marcha. No tiene nada, pero lo tiene todo. Es como Raúl”.

Bojan ha convertido nueve goles en lo que va de temporada. Ocho en La Liga, y uno en la Champions, hace ocho días. Emociona verle entre dos gigantes como Henry y Eto’o, repartiéndose el ancho del ataque culé. Unas veces se escora a la banda derecha, una función en la que Rijkaard ha admirado su disciplina táctica; otras emerge como nueve, marcando a pase de uno de los cracks, o de puro oportunista. Ayer, en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones, jugó quizás el mejor partido de su cortica carrera profesional. Llevó y trajo como quiso al marcador izquierdo del Schalke 04, cruzando con peligro hacia sus compañeros en el área. Sin embargo, Rijkaard lo sustituyó temprano, primero que todos. El Camp Nou no comulgó con la decisión, y se manifestó con una nueva pañolada, la segunda, en una semana, de los cuatro años y medio de administración de la Junta Directiva de Joan Laporta.

Los números de Bojan son impresionantes, pero no es cierto que el equipo dependa de él. El pelado tiene mucho más futuro que presente. El presente del FC Barcelona lo constituyen dos jugadores que, igual que el delantero, se educaron en La Masía, el complejo deportivo donde entrenan las diferentes divisiones del equipo de fútbol. Si el Barcelona no se ha despeñado, es por su culpa. El fútbol que le queda al equipo pasa por sus pies. Ambos llegan en forma a las semifinales, cualquiera vendería camisetas en Milán, Manchester, Madrid o Londres. Cesc, por el que dan tanta lora, se tuvo que ir porque los tenía por delante, y en la selección debe conformarse con cargarles los balones. Uno pasa de cuatrocientos partidos con el equipo, el otro hace igual de él mismo que de Ronaldinho. Xavi e Iniesta. Ellos son el presente.

Este Barcelona es el que ganó el título hace dos año, mejorado. Por las bandas, con Zambrotta y Abidal, por el medio, con Yaya Touré, y, por delante, con Henry. Al francés lo chiflaron ayer , aun cuando el partido estaba resuelto a favor de los locales. Yo sigo esperándolo. Trato de adivinarle algo, interpreto sus movimientos, sus reacciones. Tití tiene tres partidos para decir en la cancha lo que traiga guardado entre pecho y espalda. En el peor escenario, habrá sido edificante para Bojan y Messi convivir con un profesional intachable, un modelo de crack diferente a Ronaldinho. Hace dos años no estaba Messi, es probable que esta vez pueda jugar minutos en las semifinales. Me parece que vamos a ver, a finales de abril, despidiendo a la Champions en el Camp Nou, y luego en Moscú, a un Barcelona arrollador, a punto. Sus brujos encendidos, el hambre de sus leones enardecida. Un campeón reivindicado. Un lobo defendiendo a la manada por última vez.

¿Por qué no el Manchester? Aunque practica un fútbol continental, comparado con otros equipos ingleses, ha tenido problemas para trasladar su hegemonía local a la Liga de Campeones. En sus veinte años al frente del club, Alex Ferguson solo ganó una Orejona, en la única final que disputó. La temporada pasada, Milán los anuló en semifinales. De la misma forma, creo que el Barcelona será demasiado rival para los ingleses. Dicen que los Diablos Rojos llegan embalados, intratable Cristiano Ronaldo, golazos por todas partes, Tévez puntual en su cita con el gol. Le tengo más miedo al argentino que al portugués, que me parece medio cagón, aunque a lo mejor son impresiones mías.

Hace poco Zambrotta dijo en una entrevista que había jugado más balones en año y medio en Barcelona que en cuatro años en el Calcio. “Allí te enseñan que, si eres defensa, basta con recuperar la pelota para que no te metan gol. Aquí, no; ser defensa en el Barça exige mucho. Debes pensar en muchas cosas. Debes hacer un trabajo de calidad porque estás obligado a participar en el ataque y ser exigente en todas las decisiones. No es fácil ser lateral en el Barça. A mí me ha obligado a una reforma. La diferencia está en tener la pelota y jugarla.”

El primer gol de Bojan en la Champions, ante el Schalke en Alemania, cayó después de 21 pases consecutivos de su equipo. El fútbol de La Liga es, de lejos, el más elaborado de Europa. Aparte de la calidad de sus jugadores, evidente en el desempeño de sus exportaciones a la Premier, el fútbol español cultiva una tradición táctica, la escuela de Benítez, Juande Ramos o Quique Sánchez. El exigente medio obliga a los equipos que viven de la pelota a perfeccionar sus habilidades. De ahí sale el Barsa, de eso habla Zambrotta. Los ingleses hacen más plata, pero el mejor fútbol viene de España.

La final ante el Liverpool será (si es) a otro precio. Liverpool es el coco, cuenta con lo mejor de los dos mundos: el inglés y el español. Igual, me late, ganará el Barsa. Sobra advertir que me puedo equivocar. Tal vez debí haber comenzado por ahí.

Thursday, April 03, 2008

Vive

Al fútbol colombiano lo han tratado de matar más veces que a Fidel, y a lo mejor termina muriéndose como él, de puro viejo, pero por ahora, nuestro denostado y malhabido balompié sigue manifestando signos vitales. Ayer me tocó un latido en el Campín: Millonarios 3 –América 1. Partidazo. Algún hincha de la Mecha me echaría en cara el término festivo, porque fue una goleada en contra, pero es como el otro día, cuando el Atlético, liderado por el Kun Agüero, pisoteó al Barsa. La pelota promete amor eterno, aunque se deja querer por todos.

Ayer quiso a Millonarios, que ganó tres a uno, un poquito también al América. Como Umaña paga suspensión por el peligroso ridículo que hizo en el penúltimo clásico, Álex Escobar ofició de profe. Me alegró ver al Pibe del Barrio Obrero dando indicaciones desde la banda. Álex es un símbolo de la Mecha. Espero que retirado, la hinchada le muestre el respeto que le escatimó cuando jugaba.

El primer tiempo fue como un festín. Tres goles, dos expulsados, la remontada del local. Los hinchas de Millos gozaron de lo lindo. En el Campín había un gentío bravo. Aunque los azules eran mayoría, la fanaticada americana en Bogotá suele manifestarse en números más que respetables. Los de Sur con su bullaranga, ínsulas en Oriente y Occidente. Un marco de partido grande para dos equipos que (desde hace un rato) se disputan los sobrados de los primeros en la tabla. Tornado en fantasma el uno, símbolo de la vergüenza el otro, significan todavía algo más, si pueden congregar a la gente, haciéndose cargo de sus ilusiones para bien o para mal.

América jugó solo un tiempo, el primero. Un gol en la madrugada y, después, al menos tres chances claras. Millos luchó por lo suyo. Era un forcejeo sin dominador claro, podía pasar cualquier cosa. Llegado el momento, el arquerito local respondió, aunque he sabido que le maltratan en los mentideros. La expulsión mató al América, que se quedó romo sin su ariete.

Luego del descanso, el equipo fue otro. Manso, estático, nadie se desmarcaba, nadie se atrevía. El fútbol de la Mecha pasaba por los pies de Jhon Valencia, y así nos fue. La técnica del volante supera la del picapedrero común, pero pedirle que se le ocurra algo es pasarse varios pueblos. Lástima que no estaba Otálvaro, el diez natural. Reina fue titular. De él se esperaban maravillas, ahora nos conformaríamos con cierto tipo de normalidad.

Eventualmente, Millonarios metió el tercero, pero la goleada pudo ser peor. Hacia el final América se salvó un par de veces. No me alegro de perder, pero sí de encontrarme otra vez con la Mechita. Saber que anda bien, teniendo en cuenta las circunstancias.

Sunday, March 30, 2008

Esta canción, se suponía, fuera de alegría

Este fue el domingo en que los fantasmas se tomaron la casa. Todo aquello cuanto parecía irreal, leyenda de mentideros, calumnia, puede volverse cierto. El Barcelona ha bajado los brazos otra vez. Y se ha llevado un golpe a la mandíbula, ha besado la lona. Pasar de ganar dos cero a perder tiene esas cosas. Perder los partidos que hay que ganar tiene esas cosas. Llenarse de razones para no cambiar tiene esas cosas. Ronaldinho se parece cada vez más a Ronaldo, el Barcelona se galactizó. Los egos, la relajación, las peores mañas del grupo se terminaron devorando una oportunidad dorada, un resquicio hacia la historia, el ajuste definitivo de cuentas con el Madrid. Casi que sin disfrutar del todo los tres primeros años de Frank Rijkaard y Ronaldinho en el Barsa. Un equipo maravilloso que juntó todas las cosas buenas de la escuela culé. Cuesta creer que son ellos mismos, los de ahora, los que llenaron de gloria al equipo. Pero son ellos. Son ellos. Todavía no ha llegado la hora de la verdad, no del todo, así que mientras se pone ese último sol, el equipo se debe, nos debe, un arreón postrero, una patada de ahogado, la voluntad de imponerse a las circunstancias, de estar vivo. La derrota de Frank es la derrota de nuestros mejores ángeles, en una batalla épica que se llevó a cabo en los campos europeos, y que durante algunos instantes estuvo ganada. Como el sábado pasado.

Thursday, March 27, 2008

Heysel y ahora

Hace más de veinte años, el 19 de mayo de 1985, Liverpool y Juventus se encontraron en el estadio de Heysel, Bélgica, para definir la Copa de Europa. El partido se había promocionado como un espectáculo de fútbol ofensivo entre las escuadras más poderosas del continente. En el equipo italiano jugaba Michel Platini, el Balón de Oro reinante, mientras que el legendario Ian Rush comandaba el ataque de los Reds. Sin embargo, al día siguiente no eran las jugadas maestras de los cracks las que copaban los titulares de los periódicos, ni retumbaban en la memoria las emociones de la final más apetecida del viejo mundo. En su lugar, la violencia se adueñó del escenario y la noche de gala se trocó en carnicería. El recuerdo de la tragedia de Heysel se convirtió en el símbolo de la era más oscura del fútbol inglés: el ‘hooliganismo’.

En ese entonces, Inglaterra era sinónimo de liberalismo salvaje, recesión económica, huelgas interminables, y hordas de fanáticos buscando pleitos en los estadios. Las hazañas del Liverpool, que dominaba en el continente y en las islas, pasaban a un segundo plano ante la avalancha de relatos sobre sangrientas broncas durante los partidos, extremismos de todos los colores, muertos y malheridos. Las Firms, las barras bravas, llegaron a ser más conocidas que sus clubes. Chelsea no tenía un equipo competitivo pero el National Front, su Firm, estaba entre los más virulentos. Los partidos de la liga inglesa eran sucesos de orden público. El Beautiful Game se estaba quedando con lo peor de sus tiempos.

En Heysel murieron 39 personas, y resultaron heridas más de seiscientas. Todos los muertos eran italianos. La mayoría se fue de este mundo aplastada por una estampida humana. Un error en la organización permitió que en el Bloque Z, una malograda reja separara a un grupo de aficionados incidentales de la Juve, de la barra brava del Liverpool. En ese entonces las tribunas populares no tenían asientos, sino que eran gigantescas terrazas en las que los espectadores observaban los partidos de pie. Noventa minutos antes de que comenzara el partido, era evidente que una catástrofe estaba cociéndose. Los fanáticos del Liverpool habían comenzado lanzando rocas, latas de cerveza e incluso ladrillos hacia los italianos. Para sorpresa de los hooligans, la reja cedió ante sus primerar cargas de infantería. Los hinchas de la Juve huyeron despavoridos pero se entramparon en los cuellos de botella de las salidas. No había policías por ninguna parte. Cuando el partido comenzó, los cuerpos de los muertos estaban apilados en la pista atlética. La orden era jugar.

Los ingleses tendrán que cargar por siempre con el horror de Heysel, y otras matanzas similares producto del hooliganismo. Pero las imágenes dantescas de aquella noche de mayo provocaron una reacción que, después de dos décadas, ha conducido a la recuperación del fútbol inglés, hoy por hoy la liga más poderosa, más seguida, del planeta. Entre las medidas que se tomaron para enderezar el cauce, se han considerado de primera importancia la implementación de estadios con silletería numerada en todas sus tribunas y circuito cerrado de televisión, y, por parte de los que organizan el juego, el endurecimiento de la legislación penal asociada a la violencia en el fútbol, así como de las normas internas de los clubes: cero tolerancia, identificación y penas para los agresores, expulsión vitalicia de los estadios. Dice mucho de ese pueblo que veinte años después hayan encontrado las salidas a su encrucijada. Podría afirmarse con cierta certeza que los ingleses han extirpado el hooliganismo, por lo menos sus expresiones más radicales, de su fútbol.

Ahora es el momento de que la gente en Colombia se le mida a ese mismo desafío, sin necesidad de que lleguemos al extremo de tener que contar centenares de muertos en la mitad de un partido. Ya llegamos al extremo del clásico del otro día, en el que una pelea interna del Barón Rojo se saldó con ochenta heridos. Por lo que sé, Umaña atizó la crispación con su comportamiento temerario y sus salidas en falso. Desde el técnico del América hasta el Pibe, todos los que tienen que ver con la pelota criolla tienen la obligación de ponerle el pecho a la situación, estar a la altura y defender los valores deportivos del fútbol. Muy especialmente los señores de Coldeportes, que han cohonestado el desgobierno de la Federación y la Dimayor. No estoy seguro de si existe un fútbol más pirata en el océano de filibusteros que es la FIFA, pero estamos con los punteros. Desde la época de El Dorado hasta hoy hemos mantenido izada la calavera.

Que el castigo para el América por lo del clásico sea ejemplar, pero que las soluciones del problema de fondo no se queden enredadas por el camino. De otra manera, estamos condenados a seguir azotándonos contra las paredes cuando quiera que tratamos de huir de la realidad que carga en contra nuestra.

Thursday, March 13, 2008

Íker, el único

Del Madrid no me gusta nada. Ni su pasado franquista, ni su presunción de superioridad, ni la autocomplacencia de sus hinchas, ni su obsesión con las apariencias. Cuentan que Kaka' jugó un amistoso en el Bernabeu cuando era jugador del Sao Paulo, y se lo ofrecieron a Florentino Pérez, a la postre presidente merengue. El mandamás no lo quiso porque su nombre podía prestarse para confusiones. "Si en verdad es tan bueno, lo fichamos después por sesenta kilos", le aconsejaron al presidente. Comprar estrellas a golpe de talonario no tiene ninguna gracia, eso lo puede hacer el Chelsea. La gracia es forjarlas en tus propios hornos.

En la Casa Blanca dieron tanta lora con el tema de los Galácticos que terminaron ahogándose en el discurso. El despiste llegó al punto de que echaron como un perro al único técnico que los hacía ganar, Vicente del Bosque, dizque porque le faltaba clase: el Bigotón a duras penas hablaba español, y no usaba corbatas de diseñador. Su reemplazo, Queiroz, era fluido en varios idiomas pero ignoraba el único lenguaje importante: el de la pelota.

Se supone que en el Madrid jugar bien es fundamental y sin embargo llevan más de cinco años dando tumbos, aferrados a una idea que hace rato dejó de ser verdad. El club cambia de entrenador por lo menos una vez al año, y cada verano revienta el mercado comprando figuras. En Europa, el Real es un fantasma que solo asusta a los niños pequeños, se ha convertido en un equipo perdedor. Si ganó la última liga fue por gracia divina (dios todavía está de su lado), y con la invaluable colaboración del Barcelona.

Quizá lo más desconcertante de la decadencia merengue es la manera como se la han tomado al interior del club. En lugar de rectificar, disfrazarse de humildad y comer callados, siguen dele que dele con la cantinela habitual. En diciembre, a mitad de temporada, embalado por el triunfo de su equipo en Barcelona, el presidente Ramón Calderón ensilló sin traer las bestias, prometiendo prima extra por ganar el triplete (Liga, Copa del Rey y Champions). Tres meses después, el Madrid solo aspira al título de liga, mientras que Bernd Schuster, su técnico, califica de ridícula la aspiración al trébol. Pero el alemán también mete la pata. El otro día sugirió que el origen catalán del árbitro explicaba la derrota de su equipo. Varias fechas después, cuando los errores del central le dieron una victoria inmerecida, los periodistas le preguntaron dónde creía que había nacido el juez. Schuster encontró intolerable el atrevimiento, se levantó y se fue. Lo que se dice un patán.

La figura más prometedora del club, el heredero de las llaves de la Casa Blanca, es Sergio Ramos, un defensa que pega como el Chaka Palacios (17 tarjetas amarillas y 2 rojas en la temporada) pero que pretende ser el sucesor de Paolo Maldini. ¡Maldini! No se puede negar que Ramos tiene sus virtudes, pero si de verdad aspira a emular al gran Paolo, le recomendaría que comenzara por cambiar de actitud. Los tabloides de Madrid suelen hacerle fotos saliendo de las discos a la madrugada, meando en las paredes, botando a la calle los sobrados de las hamburguesas que se traga para pasar la peda. Maldini es un señor. Ramos se parece cada vez más a un niño malcriado.

¿Y dónde me dejan a Raúl? ¿Cuál es su raye, señalándose el número de la camiseta cada vez que marca? ¿Está tratando de demostrar algo? ¿Le da rabia el sueldazo que le pagan? ¿Lo bien que lo tratan? Aparte de sus números –impresionantes, qué duda cabe–, basta verlo jugar para saber que el delantero ya no tiene nivel. Es un sofá, el símbolo de lo mal que anda el Madrid. Hasta el seleccionador nacional le cerró la puerta. Los únicos que lo piden son los hinchas merengues, atrapados como están en una realidad paralela.

Del Madrid no me gusta nada, o casi. Se salva Casillas. Es uno de los mejores arqueros del mundo, pero no necesita restregárselo a nadie en la cara. Íker es una persona cabal, un tipo sensato, con los pies en el piso. Nunca le van a oír declaraciones para la galería, cegado por su propia vanidad, o atizando los fuegos de las guerra tribales que dividen al fútbol ibérico. Y eso que lleva toda la vida en el Madrid. Esa es su mayor virtud: ha crecido en un medio malsano, donde todos andan de pipí cogido, excusándose en los demás, tan contentos siendo ellos y, contra todo pronóstico, ha salido normal. Ayer, por ejemplo, dijo, ante el estupor de la prensa oficialista, que cambiaría su situación por la del Barcelona. Cierren la boca señores, ¿cuál es la sorpresa? A estas alturas, los culés están vivos en todas las competiciones, mientras que al Madrid solo le queda La Liga. Solo un idiota preferiría fracasar a aspirar a la gloria.

Thursday, March 06, 2008

Los inventores reclaman el trono

Uno de los debates interminables entre los aficionados al fútbol consiste en establecer cuál de las ligas europeas es la mejor. Los criterios son variopintos ¿A dónde se van las estrellas? ¿Qué clubes ejecutan el fútbol más vistoso? ¿Cuáles son los equipos más ricos? ¿Dónde juegan los balones de oro? ¿Los Fifa World Player? ¿Qué ligas registran los mejores promedios de asistencia a los estadios?

Casi siempre hay argumentos para sustentar diferentes posiciones, pero en mi opinión hay un sistema de medición infalible: la Liga de Campeones. La vieja Copa de Europa es, sin duda, el escenario donde se practica el mejor fútbol del mundo. Por tradición, por los recursos en disputa, por nivel, no existe ninguna competición equiparable. Basta con repasar las nacionalidades de los clubes que se clasifican a las fases finales de la Champions para saber qué lugar ocupan sus respectivas ligas en el escalafón.

Hace poco, la hegemonía era para la liga española. En la temporada 1999-2000, Madrid disputó la final ante el Valencia. Aquel año, tres de los semifinalistas fueron clubes españoles. En cada una las tres temporadas siguientes, La Liga contó con tres representantes entre los ocho mejores. Hace dos años, Villarreal y Barcelona se clasificaron a las semifinales. De los últimos diez ganadores, cuatro han sido españoles (tres veces el Madrid, solo una el Barsa), dos italianos (siempre el Milán), dos ingleses (Liverpool y Manchester), un alemán (Bayern Munich) y un portugués (Porto).

Sin embargo, el dominio ibérico se ha ido marchitando progresivamente. La vocación capitalista de la Premier League, y una organización mucho más eficiente, le han permitido exprimir recursos cuantiosos para sus integrantes, en particular gracias a los derechos televisivos, por cuya exclusividad Sky paga sumas exorbitantes. Clubes como el Manchester han sido pioneros en la aplicación de la parafernalia mercadotécnica para aumentar sus ingresos. Mientras en España, Francia o Italia, los equipos son sociedades sin ánimo de lucro, en Inglaterra son sociedades anónimas manejadas con criterios empresariales. Las escuadras de la Premier League pagan mejores contratos porque cuentan con mayores recursos, y eso indefectiblemente se traduce en mejores jugadores.

La verdad es que, hasta 1985, Inglaterra dominaba cómodamente las competencias del fútbol europeo. Pero la tragedia de Heysel, ocurrida durante la final de la Liga de Campeones entre Liverpool y Juventus, y en la que fallecieron 39 personas, condujo a una sanción de la Uefa contra los equipos ingleses. La violencia del ‘hooliganismo’ había llegado a su punto máximo, y durante cinco años Inglaterra fue excluida de los torneos europeos. El ostracismo terminó incidiendo en la calidad de las escuadras de las islas, aisladas de la evolución táctica y técnica del fútbol continental.

A finales del siglo pasado, una vez finalizado el ‘embargo’, la Premier League se concentró en recuperar el terreno perdido. No solamente se benefició de la competencia con los mejores clubes europeos, sino que empezó a importar estilos de juego del continente, y a enriquecerse con aproximaciones diferentes a su fútbol físico e ingenuidad táctica. Equipos como el Manchester, el Liverpool, o más recientemente el Liverpool o el Chelsea, ya no dependen de los pases largos, de los centros a la olla, ni del ímpetu y despliegue de sus jugadores.

Los resultados no se hicieron esperar. En 1999, nueve años después de finalizada la sanción de la Uefa, Manchester se hacía con la Liga de Campeones. En 2005, el turno fue para el Liverpool. Dos años después, los Reds volvían a ser finalistas. En la presente temporada, el repunte de los equipos ingleses se ha convertido en dominio absoluto. Por lo menos tres clubes de la Premier se han clasificado para los cuartos de final de la Champions. El jovencísimo Ársenal de Arsene Wenger ha eliminado al AC Milán, campeón reinante, mientras que el Chelsea y el Manchester se han impuesto sin problemas a sus respectivos rivales. Luego de vencer al Ínter de Milán por dos goles de diferencia en Anfield, y a la espera del desenlace del partido de vuelta el 11 de marzo, lo más probable es que el Liverpool se les sume. En ese caso, la mitad de los equipos en las instancias definitivas de la Champions serán ingleses, mientras que cada uno de los otros cuatro serán representantes de ligas diferentes (Portugal, Turquía, Italia y España).

Incluso si el Barcelona termina coronándose campeón, como todos esperamos, nada podrá disimular el hecho de que los ingleses han reclamado de nuevo el trono de su Beautiful Game.

Friday, February 22, 2008

¿Rafa? No me jodas

Dicen en Inglaterra que el técnico del Liverpool, Rafael Benítez, tiene los días contados. Que si su equipo no gana algún título esta temporada, los multimillonarios gringos que acaban de comprar el club le van a mostrar el camino de regreso a España. El rumor no es reciente, desde hace meses la prensa deportiva de las islas viene dándole vueltas y vueltas al asunto. Incluso se supone que los nuevos dueños ya han comenzado a entrevistar posibles candidatos a la sucesión.

La campaña del Liverpool, sobra decirlo, no es para tirar cohetes. El fin de semana sufrió una humillante eliminación de la Copa FA ante un equipo de la segunda división, y en la Liga Premier los Reds van quintos, a 19 puntos del líder, inalcanzable. Los fracasos en estos frentes han generado una presión adicional para que Benítez triunfe en la Liga de Campeones. Mientras se acercaba el partido de hoy ante el Ínter de Milán, por los octavos de final de la competición, algunos reportes indicaban que el resultado definiría la suerte del técnico español. En la conferencia de prensa previa al encuentro, los periodistas le plantearon la posibilidad. “Sorprendente”, comentó el madrileño. Sorprendente, también pienso yo.

Ni soy hincha del Liverpool, ni tampoco me entusiasma el fútbol práctico, oficinesco, que caracteriza a los equipos dirigidos por Benítez, pero nada de eso me impide reconocer una verdad tan grande como una casa, y es que Rafa –como se le conoce en el argot futbolero– es uno de los mejores técnicos que hay. Pierde mucho más el Liverpool sin él que Rafa sin el Liverpool.

El madrileño llegó al puerto industrial inglés, en el verano de 2004, luego de ganar la Liga y la Copa de la Uefa con el Valencia. Para entonces, los Reds zozobraban en la marejada de su propia leyenda, igual que tantos equipos con mucha historia y ningún presente (pienso en Millos). El club más laureado de las islas británicas llevaba quince años sin ganar el campeonato local y ventiuno sin hacerse con la Copa de Europa. Bastó una temporada para que Rafa revirtiera la tendencia. En mayo de 2005, en una final memorable disputada en Estambul, Liverpool conquistó su quinta Liga de Campeones ante el AC Milán. Menos de tres años después, el equipo de Benítez ha añadido una FA Cup, una Supercopa Europea y un Community Shield a su abultado palmarés. El año pasado su Liverpool disputó la segunda final de Champions en tres temporadas.

Aunque los trofeos hablan por sí solos, la dimensión de la obra de Rafa Benítez en el Liverpool debe ser sopesada desde otra perspectiva. Además de la animadversión histórica que españoles e ingleses se profesan, Benítez tuvo que sobrellevar la presunción de superioridad de los últimos en lo que respecta al Beautiful Game, que nació en sus islas hace siglo y medio. Un comportamiento intachable, una ética de trabajo a toda prueba, y los resultados paplables de su obsesiva meticulosidad, le han convertido en la avanzada de una tendencia sin antecedentes en la historia del fútbol británico. Gracias al influjo de este pionero, jugadores como José Manuel Reina, Xabi Alonso, o técnicos como Juande Ramos (del Tottenham), entre otros, han desembarcado en la Premier.

Desde un principio, Rafa demostró conocimiento y respeto hacia la cultura futbolera británica. A diferencia de otros colegas, como José Mourinho, Benítez ha tenido un comportamiento ejemplar, alejándose en lo posible de las polémicas, y procurando concentrarse exclusivamente en su club y sus jugadores. La exigente hinchada de Anfield lo tiene entre sus ídolos y, más allá de rivalidades o diferencias, el técnico cuenta con el reconocimiento del medio futbolístico.

A pesar de su trayectoria, Benítez no cuenta con el respaldo de sus nuevos jefes. Él pide tiempo, asegura que si lo aguantan terminará cayendo también el anhelado título de liga para los Reds. Yo le creo, pero los millonarios gringos no. Más que nunca, el fútbol de hoy vive del presente y de los resultados. Poco importa que Rafa haya sido finalista de la Champions hace menos de un año, o que su equipo haya conseguido la gloria en una noche no tan lejana de Estambul. En realidad, es imposible garantizar un título como la Champions cada año. Ganarla una vez es, de por sí, algo extraordinario, en particular con un plantel como el del Liverpool, que nombre por nombre no se puede equiparar con el del Milán, el Barcelona, o incluso el Manchester o el Chelsea. Pero ya no hay reservas de paciencia para el hombre que grabó su nombre en la historia de Anfield. Una temporada que pinta mal, que ni siquiera ha terminado, basta para que su puesto corra peligro. El fútbol actual no responde a ninguna lógica, ni a reflexiones sopesadas, mucho menos a planes en el mediano plazo. Solo valen los últimos resultados y, como siempre gana solo uno, todos los demás se sienten perdedores.