Thursday, May 18, 2006

El día de la gloria

Barcelona se asomó al abismo de la gloria y sintió vértigo. La primera señal vino desde el banquillo, el lugar menos pensado. El inmutable Frank Rijkaard modificó su alineación tipo, en la que brilló el juego criterioso de Andrés Iniesta (participó en 11 de los 12 partidos de Champions, 5 veces titular), para darle entrada al aparatoso y no siempre efectivo Mark Van Bommel (6 partidos, 5 titular). El holandés tuvo una temporada excelente en el PSV Eindhoven el año anterior, algo que no se puede decir de la que termina en el Barca.
Si Rijkaard hizó una declaración de intenciones en Madrid, en el partido de la liga que finaliza, al incluir a Lionel Messi cuando las predicciones anunciaban al francés Ludovic Giuly, en París desandó, y le cerró las puertas al jugador más claro del Barcelona en la temporada, Iniesta, pensando en la lucha física más que en las ideas.

Los azulgrana suplieron la temprana baja de Xavi Hernández,, el mejor enlace entre la defensa y la delantera, gracias a la aportación del Cerebro ocupando su puesto, cumpliendo su función. Lo de Iniesta ha sido tan bueno, tan notable, que el Barcelona pierde profundidad, velocidad, ritmo, sin su presencia. El técnico pensó que su equipo se las arreglaría, cuando en realidad lo echó de menos desde el principio.

La titularidad de Oleguer Presas (11 partidos, 11 titular) en la banda derecha fue menos sorprendente, aunque igual de sugestiva. El catalán ha sido el favorito de Rijkaard cuando llega la hora de los partidos clave, mientras que Belleti (11 partidos, 7 titular) ofició en los encuentros más asequibles, y con menos exigencias en la marca. Thierry Henry juega mucho por ese costado, y el holandés necesitaba controlarlo, e imaginó que Oleguer le hacía el trabajo mejor que el ex lateral del Villarreal.

El técnico del Barca se equivocó en estas dos decisiones, sobre todo porque suponían que su equipo jugaba condicionado, diferente, por tratarse de una final. Las frases de cajón sugieren que hay que jugar como siempre, confiando en el modelo que te ha llevado hasta la última instancia, y no renunciando a él por miedo al rival o respeto a la ocasión. Rijkaard demostró que estaba perfectamente conciente del calibre histórico de la final de París, y prefirió tomar precauciones que lamentar audacias. Tanto Iniesta como Belleti salieron desde la banca para corregir el error.

Arsenal apostó por la épica y la especulación. Jugó igual que Milán y Chelsea, cuando se esperaba un equipo más propositivo, más estético. Decidió aferrarse a sus contras eléctricas, al ‘espíritu de Estambul’ (por la remontada heroica del Liverpool frente al Milán en la final anterior) y, por supuesto, a Henry. La iniciativa se la dejó completa a su rival. Y la receta estaba funcionando. En el minuto 37, el árbitro Terge Hauer compró un estricto piscinazo de Emanuel Eboué entre el lateral derecho y el área grande Culé, que el francés cobró con su tradicional rosca a la candela. Sol Campbell la contactó en el aire con un salto magnífico, y la mandó guardar.

El ingrediente dramático del libreto del Arsenal lo ponía el defensor internacional inglés, quien unos meses atrás se había marchado en el entretiempo del partido de liga frente al West Ham United, luego de un 1t de pesadilla. Su equipo perdía 3 por 2 y Campbell, de 31 años, había cometido un par de errores que costaron goles. Se supone que el jugador atravesaba un mal momento personal, agudizado por un par de lesiones que habían debilitado su descomunal complexión física, lo que igual no explica suficientemente su insólita decisión de abandonar Highbury con un partido a medias.

El central estuvo ausente durante diez semanas, en las que la prensa de su país especuló infinitas veces sobre su estado mental, sin que el nativo de Newham pronunciara una palabra. El estado de forma de Campbell es una preocupación nacional puesto que el inglés ha sido un bastión de la selección desde hace años, y se avecina el Mundial, en el que sus compatriotas tienen puestas tantas esperanzas. Era duda en la defensa, donde Philippe Senderos había jugado la mayor parte del torneo, pero su entrenador se inclinó por la experiencia de Campbell. El poder aéreo del defensor de 188 centímetros se hizo sentir a pleno en el gol del Arsenal. Oleguer lo perdió en medio de los forcejeos y movimientos previos al cobro de la falta, y Campbell marcó un gol que podía simbolizar su revancha personal luego de la vorágine. Así lo celebró, con toda la rabia, con toda la convicción de que habrá más días para él, de que no está acabado, como dicen por ahí.

Los Cañoneros jugaban con diez desde el minuto 18, el momento decisivo del encuentro, cuando el central noruego expulsó a Jens Lehmann por sujetar el tobillo de Samuel Eto’o en la frontal del área. El camerunés recibió una habilitación sublime de Ronaldinho y se deshizo del arquero con un toque hacia la derecha y una sobredosis de su potencia. Lehman, vencido, intentó detenerlo, el delantero cayó, y el juez se apresuró a pitar. “Debí esperar unos segundos”, reconoció luego Hauer a un periódico danés. En ese lapso, la pelota le llegó franca a Ludovic Giuly, el extremo remató a discreción, y embocó.

Los jugadores del Arsenal le pidieron al noruego, que no fue escogido por su federación para representar a su país en el Mundial, que decretara el gol, aun a pesar de haberse producido después de pitar, y que sancionara la falta con amarilla. La popular ley de la ventaja. Una determinación que beneficiaba el espectáculo y al equipo víctima de la falta. En lugar de eso, el equipo de Wenger se quedaba con diez, obligado por las circunstancias a refugiarse todavía más en la mejor defensa del torneo. Y el Barca sin su golito.

Wenger pecador. El entrenador francés también cayó en la tentación de acomodarse para la final, y renunció al fútbol que caracterizó a su Arsenal en Inglaterra y en el continente. Unos primeros minutos muy bien jugados, en el que el ritmo frenético de las combinaciones entre Henry, Ljunberg, Fabregas, Gilberto o Eboué tenía desdibujado al rival, dieron paso rápidamente a lo que sería el tono del partido.

La lluvia, el dominio del balón azulgrana, el entramado de pases con el que buscan atravesar las zagas rivales, terminaron reventando a los ingleses, cansados de correr tras la pelota. Estuvieron a punto de quedarse con el partido, y llegó un momento en que el Barcelona parecía rebotar contra una pared, y en el que los ingleses tenían el control psicológico del juego. Hasta que cayó el empate. De ahí en adelante, la derrota era inevitable. Ya no tenían arrestos para nada más. 


Barcelona es un equipo. A pesar de que dejó muestras de su calidad, Ronaldinho no fue el jugador determinante de las grandes ocasiones. Lució más concentrado en su figuración personal que en el resto del equipo. El Arsenal hizo un trabajo muy bueno sobre el brasileño, sacrificando al bielorruso Alexander Hleb para acosar al crack con dobles marcas sobre la izquierda. El veloz Emanuel Eboué también cumplió una excelente labor en la marca.

Contenido por la izquierda, el Barca empezó a desbordarse por la derecha, Liderado por los movimientos incesantes de Ludovic Giuly, quizás el mejor jugador del 1t junto a Samuel Eto’o. Además de la jugada de la expulsión de Lehmann, sustituido por el español Manuel Almunia, el delantero tuvo una el palo. Recibió el balón de espaldas al arco, dio media vuelta a la derecha, y remató al primer poste. Almunia alcanzó a desviar el disparo, que se estrelló contra el vertical y salió.

Andrés Iniesta ingresó desde el inicio del 2t, y más tarde hicieron lo propio Juliano Belleti y Henrick Larson. Sólo con los tres en la cancha consiguió el Barca llegar al empate. El equipo necesitaba un juego vertical y una velocidad más en el ataque, y eso precisamente fue lo que tuvo en el minuto 76. Un pase largo al área de Iniesta encontró al sueco, quien la tocó de primera para Eto’o, abierto en la izquierda. El camerunés la acomodó para su perfil y definió con un remate preciso, entre el pie del arquero español y su palo derecho. Una definición milimétrica del atacante para su sexto gol en el torneo, sin duda el más importante de todos. “Esta victoria es del Barca”, declaró el siempre directo Eto’o. “El equipo es más que Ronaldinho, o Belleti, o Eto’o. Hacemos parte de un gran club que merece este trofeo”.

¿Qué hace Belleti en la lista? El fútbol quiso que su primer gol con la camiseta blaugrana fuera el de la victoria en París. Catorce años después del primer título conquistado por el club, otra noche de gloria en Wembley. El lateral brasilero incrustó su nombre en la memoria del club catalán, y en los anales del torneo más glamoroso del orbe.

La Liga de Campeones cumplía ayer cincuenta ediciones, desde que el Madrid de Alfredo Di Stéfano y Ferenç Puschkas conquistara el primer título ahí mismo, en París, en el Parque de los Príncipes, el 13 de junio de 1956. Un sueño surgido en la redacción de L’Equipe y que se ha vuelto el escenario de las noches más formidables del deporte rey en el Viejo Mundo. Hasta ayer, el certamen había repartido títulos por igual (10) para clubes españoles, ingleses e italianos. Los británicos habían disputado doce finales. El Barcelona enfrentaba la cuarta definición de su historia. Una sola victoria. Hasta ayer.

“Cuando tienes grandes jugadores en la banca, entonces tienes un gran equipo”, decía Larsson tras el encuentro. El sueco jugó su último partido con el uniforme del Barca, cumpliendo un papel de ‘revulsivo’ al que se ha acostumbrado en Cataluña. Ayer fue la final de los actores secundarios, de aquellos jugadores que no alcanzan a deleitar a los aficionados ni a la prensa, como para que les dediquen muchos momentos o palabras, pero sin los cuales no existirían los equipos ganadores.

Larsson sirvió su segundo pasegol del partido en el minuto 81, cuatro después del primero, esta vez desde la zona derecha del área rival. Juliano Belleti recibió la habilitación y encaró hacia el portero. El brasilero ha tenido varias oportunidades similares, en las que por centímetros, puntería o fortuna, falló en la finalización de sus proyecciones e internadas en el área. Su remate rasante se coló por entre las piernas de Almunia y sentenció la final.

Ganó el favorito, un desenlace previsible oculta un desarrollo dramático. Arsenal tuvo la victoria en los pies de su estrella, Thierry Henry, pero cada vez Víctor Valdés se interpuso entre el delantero y el gol. Tres o cuatro intervenciones del catalán mantuvieron a su equipo dentro del partido. Otro actor de reparto colado en la primera plana. Para él tuvo palabras Rijkaard ayer.

El técnico se equivocó, o juzgó mal, pero luego acertó pleno con las sustituciones. Las finales hay que ganarlas, sea como sea. Todos esperábamos la gran noche de Ronaldinho, cuando era el día de su equipo. Ya lo saben, es oficial, ambos son los mejores del mundo.

Nos pillamos,

Palomo

Friday, May 12, 2006

Grupo G. La última danza del Monje Blanco

(12 de mayo)


Hace ocho años, dos goles de Zinedine Zidane en la final le daban el primer título orbital a Francia. El triunfo de una selección multiétnica que, por primera vez, logró congregar a toda la nación, fue interpretado enseguida por los franceses como la metáfora de una sociedad integrada, justa, plural; una falacia que los acontecimientos se encargarían de poner al descubierto. El fútbol francés, si bien saca provecho de los talentos de extranjeros y descendientes de inmigrantes, especialmente de antiguas colonias, se desarrolla en medio de atmósferas con frecuencia xenofóbicas y racistas. Los cantos de mico y las cáscaras de banano para los jugadores del equipo rival que no cumplan con ser ‘blancos’ hacen parte del ambiente, como en otras ligas europeas.

La selección, igual que la realidad nacional, también terminó decepcionando. Su desempeño en Corea y Japón, donde ni siquiera ganó un partido, causó tanta consternación como el hecho de que regresara a casa sin convertir goles. La Eurocopa de Portugal de 2004 traería una nueva desilusión. Los campeones del mundo cayeron en cuartos de final, por la mínima, ante la selección griega. Raymond Domenech (54 años) asumió las riendas de la absoluta después de este último traspiés, y para entonces el equipo era una auténtica papa caliente.

Más avalado por su trayectoria como formador de la generación dorada francesa (Zidane, Henry, Viera, Anelka, Trezeguet), cuando estuvo encargado de la categoría sub21, que por los títulos que había conseguido a ese nivel (apenas un par de Esperanzas de Toulon), Domenech se caracterizaba por su apego a la disciplina y, junto con muchos colegas en ambos lados del océano, por la terquedad.

Se le iba complicando la clasificación al Mundial hasta el regreso, a falta de tres partidos cruciales, de Zinedine Zidane, Claude Makelelele y Lilian Thuram, quienes habían anunciado su retiro de la selección. Con Zizou y amigos de nuevo en la formación, más un par de resultados favorables de terceros, Francia terminó liderando apretadamente el grupo 4 clasificatorio, que de partida se antojaba accesible. Suiza, Irlanda, Israel, Chipre e Islas Feroe no son ningunas fieras.
Francia encara este Mundial con la aspiración de ratificar las razones que la llevaron a conquistar los máximos honores, y la motivación adicional de que será la despedida del fútbol profesional del mejor jugador francés desde Michel Platini.

Zinedine Zidane (33 años) le dirá adiós al juego en los estadios de Alemania, liderando a unos envejecidos Bleus en una arremetida final en pos de la gloria.
Cinco temporadas en la Juventus y cinco más en el Real Madrid sirvieron de plataforma para que este descendiente de argelinos alcanzara una pléyade de títulos individuales y colectivos al más alto nivel. Campeón del mundo (1998) y de Europa (2000) con su selección, campeón de liga italiana y española, Balón de Oro (1998), y ganador de la Liga de Campeones con el Madrid (2002). Suma más de 500 partidos de liga desde que debutó en el Cannes francés en mayo de 1989, 108 encuentros en competiciones europeas (82 por la Champions), y llega a las 99 apariciones con la absoluta de su país. 28 goles de azul lo acreditan como el sexto máximo anotador de la historia de la selección.

Florentino Pérez cumplió su sueño de verlo de blanco en el verano de 2001, para lo que desembolsó la bobadita de 75 millones de euros. Zidane respondió con clase y toneladas de fútbol. En el equipo de Turín había repasado el catálogo completo de sus habilidades, pero la liga española era más adecuada para el fútbol vistoso y estético que practicaba el maestro. El diez fue acusado reiteradamente de lentitud, aunque demostró una vez tras otra que su inteligencia y su técnica le ahorraban más tiempo que a nadie. Zidane es capaz de encadenar una recepción con un autopase, con una finta, con una jugada de gol, hacer con un toque lo que la inmensa mayoría de jugadores hacen con dos o tres. De inmediato, las exhibiciones del francés embrujaron a la afición madridista. La volea de zurda con la que venció al arquero del Bayern Leverkusen en la final de la Liga de Campeones de 2002, junto con sus dos goles en la final de la Copa Mundo de 1998, forman parte de sus momentos cumbre en las canchas.

Enzo Francescoli deslumbraba en el Olympique mientras el pequeño Zizou encaraba los años definitivos de su formación juvenil en las barriadas de Marsella. El Príncipe se convirtió en el ídolo del crack en ciernes, hincha furibundo del club marsellés. La zurda del uruguayo lo marcó para toda la vida. En su homenaje, Zidane le puso Enzo a su primer hijo.

Un hombre tímido y sencillo, que siempre evitó el contacto con las cámaras, Zizou será recordado como el mejor de su generación, el creador de juego más exquisito de los últimos años, y el hijo ilustre (junto con varios raperos de pro) de los barrios duros de Marsella, infestados de inmigrantes.

El anuncio de su retirada provocó conmoción en el mundo del fútbol, poco acostumbrado a que los grandes den un paso al costado antes de que la cruda verdad los devore. Zizou es el favorito de Alfredo di Stéfano, presidente honorario del Real Madrid, y Juan Román Riquelme, entre muchos otros, y sin duda preferirían que siguiera muchos años más. Vicente del Bosque, ex entrenador merengue, sostiene que, de no ser por el nivel de su club, el francés habría prolongado su carrera hasta 2007. Sin embargo, el domingo anterior, enfrentando al Villarreal, Zizou se despidió de la afición del Santiago Bernabeu con un gol exquisito y la humildad de siempre. Esperó pacientemente en la banda hasta que Riquelme saliera, y le entregó una camiseta que el argentino sabrá apreciar.

Una de las preguntas que Alemania zanjará es si el diez de la selección francesa conserva en su cuerpo el fútbol que le permita alcanzar de nuevo la cima del torneo. Varias pausas frente al televisor para saborear los últimos minutos del Monje Blanco. Entre él y Thierry Henry (28 años) reúnen suficiente talento como para destruir cualquier sistema.

El delantero del Arsenal también nació en un barrio complicado, Les Ulis, uno de los tantos suburbios que rodean a París. La versión francesa de los guetos gringos, estos suburbios están compuestos por centenares de complejos habitacionales de concreto, habitados mayoritariamente por minorías étnicas. Los padres de Tití desembarcaron allí en 1970, provenientes de Guadalupe, una isla en el Caribe que hace parte del territorio ultramarino francés. El obsesivo delantero aprendió el abecé del juego pateando pelotas contra los muros de los edificios, siempre bajo la exigente tutela de su padre, Antoine. “A nadie le debo nada. Sólo a él”, ha declarado Henry. Sus primeros entrenadores recuerdan con nitidez la intransigencia del padre, la determinación absoluta de convertir a su hijo en un crack. Tal vez haya sido demasiado rígido, pero nadie se lo está cobrando ahora.

Tití comenzó su carrera profesional en el AC Mónaco, por el que fichó en 1994, con apenas 17 años. El entrenador del club del principado era, por ese entonces, Arsene Wenger. La velocidad con el balón en los pies, la capacidad para definir, la tremenda habilidad del delantero, dejaron pocas dudas de que se trataba de un fenómeno. Cuatro temporadas después, la Juventus se lo llevaba a Turín. Fue el año del Mundial de Francia, y Henry hizo parte del equipo que consiguió el título (tres goles en tres partidos, suplente en la final), aunque con su club jugó apenas 12 partidos en la temporada. El Arsenal se lo llevó en 1999 (17 millones de euros) por petición expresa de su técnico, Arsene Wenger, en un momento en que el joven despertaba dudas por su rendimiento en el Calcio.

Desde entonces, Henry ha marcado más de 200 goles, rompiendo la marca de 185 anotaciones de Ian Wright y convirtiéndose en el mayor goleador histórico de los Gunners. Una cifra apabullante que sin embargo no basta para ilustrar la formidable calidad del francés. Se trata del artillero con mayores recursos del planeta, y tiene un toque final de lujo. Tití ha perfeccionado su pegada a tal punto que los cobros a balón detenido se han sumado a sus habilidades naturales.

Barcelona y Madrid lo están cortejando, y Henry duda si finalizar su carrera en el Arsenal, que estrenará estadio a partir de la próxima temporada, o pasar sus mejores años en un club contendor de la Copa Europea. La Orejona es una de las obsesiones del galo, y sus goles han sido determinantes para que Arsenal alcance su primera final en el torneo continental. Quizás el resultado del partido frente al Barcelona, programado para el 17 de mayo, le permita decidirse de una buena vez.
Si bien Henry y Zidane son los fuera de serie, Domenech tiene de dónde escoger para completar la formación titular de la selección. Lo más probable es que veamos en el arco a Gregory Coupet (33 años), el guardameta del Olympique de Lión y el eterno suplente de Fabien Barthez (34 años). Coupet, con un estilo sobrio pero efectivo, ha sido uno de los artífices de la seguidilla de títulos nacionales de su club, y llega al Mundial en el mejor momento de su carrera.

En el Chelsea, William Gallas (28 años) es utilizado como marcador izquierdo, aunque el francés ha declarado en varias ocasiones que donde más cómodo se siente es en el centro de la defensa. José Mouirnho, su entrenador en el club, no se ha dado por aludido, razón por la cual el francés estudia las múltiples ofertas que desde el año anterior le hicieron llegar. En la selección, Gallas regresa a su posición preferida para seguramente hacer dupla con Lilian Thuram (34 años), crédito de la Juventus de Turín. Thuram fue titular y figura de la selección campeona del mundo, y hace parte del núcleo próximo de Zinedine Zidane. El de Guadalupe hizo el recorrido opuesto a Gallas, porque en un comienzo se desempeñaba como lateral derecho y con los años hizo la transición a defensor central.

En el centro del campo, Claude Makelele (33 años) y Patrick Vieira (29 años) se exigirán a fondo para que Zidane pueda lucirse. Makelele es el la pieza que le falta al Madrid. Desde que partió, hace tres temporadas, atraído por los petrodólares de Roman Abramovich, el conjunto merengue se descompensó como nunca, y no volvió a ganar más. Africano de nacimiento (Kinshasa, República Democrática del Congo), Makelele es de los jugadores más eficientes en lo táctico. Se sabe parar muy bien en la cancha, y es capaz de barrer como nadie los corredores de seguridad de sus equipos. Vieira, otra gema pulida por Arsene Wenger, fue durante años el capitán del Arsenal, con el que ganó varios títulos ligueros. Hace dos ejercicios que defiende los colores de la Juventus, con lo que suma un par de Scudettos a su palmarés.
Mi apuesta personal es por Ludovic Giuly (30 años), el extremo derecho del Barcelona. En el Mónaco era la figura rutilante (disputó la final de la Liga de Campeones en 2004), mientras que en el conjunto catalán ha tenido que adaptarse a un papel secundario, aunque vital. La velocidad y las diagonales de Giuly han sido fundamentales para que el equipo de Frank Rijkaard sea ancho y agudo. Este año su excelente rendimiento tuvo que hacerle un lugar a la proyección de Lionel Messi. Giuly no se hizo mala sangre y esperó su oportunidad. Marcó el único gol en el primer partido de las semifinales de la Champions contra el Milán, y es uno de los compañeros predilectos de Eto’o en el ataque.

El problema para Giuly con los Bleus será el mismo que en el Barca. ¿Habrá espacio para él entre tanta calidad? David Trezeguet (28 años), por ejemplo, debería tener un lugar asegurado entre los once. No tan espectacular ni pulido como Henry, el francoargentino es un verdadero goleador de raza. Los hace hasta de espaldas, en picados amistosos y en finales. El ariete con el que se abren las más inexpugnables fortalezas.

Francia y algo más. Suiza y Francia se volverán a encontrar en Alemania, y los antecedentes recientes quizás sean la única esperanza del conjunto helvético, puesto que empataron sus dos enfrentamientos directos en el grupo 4 de las eliminatoria europeas: a ceros en París, y uno por uno en Berna, en la penúltima fecha. “No me gusta enfrentarme a Suiza, nos conocemos demasiado para mi gusto. Y el entrenador suizo piensa igual que yo”, sentenció Domenech.

En Europa el cuento es igual que por acá. Se achicaron las diferencias entre grandes y pequeños; hoy en día cualquiera le gana a cualquiera. Suiza se aferra al trillado discurso de las distancias salvadas y aspira a octavos. Ya se deshizo de Irlanda y Turquía, en su grupo clasificatorio y en el repechaje, respectivamente, y busca imponerse ante otro semifinalista del mundial anterior, Corea.

Jakob ‘Kobi’ Kuhn, el entrenador suizo, tiene a un samario en sus filas, el delantero Johan Vonlanthen (21 años), aunque las esperanzas se concentran en Alexander Frei (28 años), el goleador del Rennes francés. Frei, último artillero de la Ligue 1, la primera división francesa, cuenta con la experiencia y la capacidad para desequilibrar que necesita su selección en campos alemanes.

En la defensa, se erige la figura de Philippe Senderos (21 años), central del Arsenal. A pesar de su juventud, quizás el gran pecado de Suiza, Senderos se ha quedado con un puesto en el equipo de Wenger. El club londinense no se resintió con las prolongadas ausencias de Sol Campbell, gracias al nivel de Senderos, quien llegó hace tres temporadas. La defensa es una posición que requiere madurez y buenas decisiones, y el suizo ha cumplido en los escenarios más duros. Él ha sido protagonista del campañón del Arsenal en la Copa Europea, en el que eliminó al Madrid en octavos, a la Juventud en cuartos, y el Villarreal en semifinales, sin concederles ni un solo gol. Un récord absoluto.

La historia en contra. “Todo el mundo sigue hablando de las semifinales de hace cuatro años, pero creo que tenemos que olvidarnos de eso ahora”. El holandés Dick Advocaat se le midió al desafío de que Corea del Sur no palidezca bajo la sombra de la hazaña conseguida en el mundial anterior. “Eran otras circunstancias”, opina el entrenador, y le asiste la razón. Una cosa es armar una pachanga en tu casa con árbitros del cuarto mundo futbolístico y colarte entre los cuatro mejores, y otra es repetir la gracia en Alemania.

Esta será la sexta cita orbital para los Guerreros Taeguk (desde México 86 no dejaron de asistir), que llegan disminuidos por el hecho de que su jugadores ‘europeos’ no han contado con muchos minutos durante la temporada que termina. Para la decepción de Advocaat, ni Park Ji–Sung (25 años), volante del Manchester United, ni Lee Young–pyo (29 años), lateral del Tottenham Hotspur, son titulares habituales con sus clubes

Los surcoreanos vienen con un as bajo la manga, el juvenil Park Chu–young (20 años). Letal en el cobro de faltas y regateador fantástico, el delantero del FC Seúl se estrenó con la absoluta el 3 de junio de 2005. Ha disputado desde entonces 15 partidos, en los que ha convertido 5 veces.

Corea lleva diez amistosos premundialistas (6 ganados, 3 perdidos, 1 empatado) en lo que va corrido del 2006. Advocaat cuenta con el respaldo institucional como para realizar un proceso de preparación serio, al menos con los jugadores de la selección que disputan el torneo interno. Por mucho que trabaje y por bien que le vaya, su selección se queda en octavos.

Togo, una vieja colonia francesa, completa el grupo G del mundial de Alemania. Los Gavilanes debutan en el certamen y se enfrentan en la primera fase ante la metrópoli, igual a lo que sucedió cuatro años atrás con Senegal, que selló con una victoria histórica su primer partido en un Mundial. Alemania será una experiencia cargada de emoción y con un fuerte contenido político para los togoleses, comandados por Emmanuel Sheyi Adebayor (22 años). El gigante (mide 190 centímetros) completa su primer semestre con el Arsenal, adonde fue transferido en enero desde el Mónaco, luego de militar durante cinco años en la liga francesa. Adebayor fue el goleador de la Zona Africana en la fase clasificatoria, con 11 anotaciones.

Otto Pfister (64 años), un alemán con amplio recorrido en el fútbol africano, se hizo cargo en febrero del seleccionado, cuando la Asociación Togolesa de Fútbol decidió prescindir de Stephen Keshi. Togo terminó en el fondo de la tabla de su grupo en la Copa Africana de Naciones, perdiendo sus partidos contra la RDC, Camerún y Angola, y el desastre le costó el puesto a Keshi, quien irónicamente fue premiado como el mejor entrenador del continente, por la hazaña que implicó clasificar a Los Gavilanes a la última fase de la Copa Mundo.

Palomo

(casi como en el blog de Eltiempo.com)