Thursday, April 10, 2008

Adivino la final

Liverpool aupó al Arsenal de la Champions con una goleada en casa, y un repaso táctico de Rafael Benítez. La muchachada de Arsene Wenger se estrelló una y otra vez contra el embudo del Liverpool, y Fernando Torres se doctoró con una joya para la corona de la vieja Copa de Europa. Recibió de espaldas, se deshizo de William Gallas como de un chivato y clavó un misil en el techo del arco de Almunia. El Niño ha destapado el tarro de las esencias en Inglaterra, marcando, con éste, 29 goles en su primera temporada en Londres. Arsenal empató brevemente, jugadón de Theo Walcott mediante, pero un penal dudoso ejecutado con sangre fría por Gerrard puso las cosas en su sitio. Apague y vámonos.

Benítez enfila baterías hacia su tercera final de Champions en cuatro años. Los números están ahí, su manera de ganar no tiene nada de casualidad y todo de acierto, de meticulosa obsesión en prescindir del azar. Los Reds han comprado con criterio, la plantilla estrecha que en su momento ganó la quinta Orejona se ha transformado en un mar de posibilidades: Dirk Kuyt, Ryan Babel, Lucas Leiva, Yossi Benayoun, Peter Crouch, Fabio Aurelio. La política de rotaciones que Benítez aplicó a rajatabla, aunque le costara críticas despiadadas por parte de la prensa, significa que su equipo llega a abril más o menos fresco, en todo caso sin ninguno de sus jugadores clave lesionado (uno: Daniel Agger, defensa central).

Carragher es el bastión atrás, el mejor guardaespaldas de Reina, que nunca desentona. Mascherano la rompe en lo suyo, se ensucia para quitar y se pone el traje para jugarla. El Jefecito fue una apuesta de Benítez, que lo rescató del West Ham United, pero sobre todo de las manos de Kia Joorabchian, y del grupo MSI, antiguos dueños de su pase. Hay un dato revelador respecto de Mascherano. Fue titular con la absoluta argentina primero que con la primera de River Plate. El Loco Bielsa le tenía toda la fe. El volante se fue del equipo de Núñez hacia el Corinthians, donde se juntó con Tévez. El grupo representado por Joorabchian estaba a cargo del club. Los jugadores no eran del Timao sino de MSI. El iraní tenía la intención de hacerse al West Ham, y se suponía que el traspaso de Mascherano y Tévez hace dos temporadas era el prólogo al arribo de un nuevo dueño. El delantero terminó jugando, marcó los goles clave en la batalla por la permanencia, pero el Jefecito no tuvo minutos, y pasó buena parte de la temporada por fuera de la convocatoria, ni siquiera en el banco. Cuando Benítez lo pidió prestado, Mascherano no existía para el fútbol inglés. Ahora es el capo del medio, no solo corazón sino también clase. Al punto que Benítez se animó a compararlo con Roy Keane, legendario capitán del Manchester.

Xabi Alonso es de los pocos jugadores que siguen siendo titulares luego de cuatro años. El vasco estuvo en la épica remontada de Estambul, la noche en que se fueron al descanso perdiendo tres a cero y terminaron el partido abrazados a la Orejona. Técnicamente, o en el criterio para elegir los recorridos de la pelota, Alonso no tiene nada que envidiarle a Mascherano. Para un técnico defensivo, Benítez pone en la primera línea del medio a dos jugadores más completos que el perro de presa, modelo para la posición.

Igual que su Valencia, este Liverpool es letal. Se sabe defender, hace relevos perfectos, ahoga al rival, y, adelante, ha aprendido a no perdonar. Con la llegada del Niño en el verano, Benítez puso a su capitán, Steven Gerrard, en una función ofensiva, partiendo del mediocampo. El ídolo de Anfield, héroe en Estambul, ha explotado con el reposicionamiento. Está más cerca que nunca del arco rival, y se encuentra con Torres en todo el frente de ataque. Entre los dos han marcado casi cincuenta goles en su primera temporada juntos.

El rival del Liverpool en semifinales será el Chelsea, cuyo técnico, Avram Grant, superó todas las expectativas manteniendo la competitividad del equipo después de llegar, de bruces, a principios de temporada. Chelsea es segundo en la caza por el título de la Premier, y se clasifica por cuarta vez consecutiva a las semifinales de la Liga de Campeones. Las dos últimas fue eliminado por el Liverpool, que metió dos goles y concedió uno en toda la serie. Y eso que el equipo era más peligroso con Mourinho. Rafa estará en Moscú.

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Barcelona llega al momento culminante de su temporada, da la impresión, a punto de desplomarse. Ronaldinho se ha despedido –no sé si volverá ©©– y Messi, su sucesor, sigue lesionado. En La Liga, el equipo de Rijkaard no ha podido controvertir el liderazgo del Madrid, aun cuando el conjunto merengue ha perdido seis partidos desde enero (Schuster ya superó el total de derrotas del equipo campeón de Capello). El domingo anterior, los culés se dejaron dos puntos más, en el Camp Nou, ante el Getafe de Laudrup, contendor en la Uefa, finalista de la Copa del Rey. La hinchada se hartó y despidió a su equipo con una frondosa ‘pañolada’, agitando sus pañuelos, papeles, los programas del partido, lo que fuera. La pañolada es una institución del fútbol español. Significa que se agotó la paciencia, que habló el respetable.

Ante el Geta, Barcelona estrelló tres balones en los palos, y se quedó sin marcar. Esta temporada, al equipo le cuesta un trabajo enorme hacer goles. Lesioando Messi, desaparecido Dinho, Henry los convierte a cuentagotas y Eto’o arrastra los dolores de su temporada febril. En medio del desconcierto, da la impresión de que el equipo se ha abandonado a Bojan Krkic, el muchacho de Linyola, hijo de padre serbio y madre española. Rijkaard trató de dosificarlo cuanto pudo, introduciéndolo con cuidado en el ‘entorno’ característico del barcelonismo. Sin embargo, la precocidad del chico, de 17 años, y su relación primeriza, intuitiva con el gol, han suscitado comparaciones con el marchito prodigio del madridismo, Raúl. La descripción de Deco es buenísima. “No tiene regate, pero regatea; no posee remate, pero remata, y no se marcha en velocidad, pero se marcha. No tiene nada, pero lo tiene todo. Es como Raúl”.

Bojan ha convertido nueve goles en lo que va de temporada. Ocho en La Liga, y uno en la Champions, hace ocho días. Emociona verle entre dos gigantes como Henry y Eto’o, repartiéndose el ancho del ataque culé. Unas veces se escora a la banda derecha, una función en la que Rijkaard ha admirado su disciplina táctica; otras emerge como nueve, marcando a pase de uno de los cracks, o de puro oportunista. Ayer, en el partido de vuelta de los cuartos de final de la Liga de Campeones, jugó quizás el mejor partido de su cortica carrera profesional. Llevó y trajo como quiso al marcador izquierdo del Schalke 04, cruzando con peligro hacia sus compañeros en el área. Sin embargo, Rijkaard lo sustituyó temprano, primero que todos. El Camp Nou no comulgó con la decisión, y se manifestó con una nueva pañolada, la segunda, en una semana, de los cuatro años y medio de administración de la Junta Directiva de Joan Laporta.

Los números de Bojan son impresionantes, pero no es cierto que el equipo dependa de él. El pelado tiene mucho más futuro que presente. El presente del FC Barcelona lo constituyen dos jugadores que, igual que el delantero, se educaron en La Masía, el complejo deportivo donde entrenan las diferentes divisiones del equipo de fútbol. Si el Barcelona no se ha despeñado, es por su culpa. El fútbol que le queda al equipo pasa por sus pies. Ambos llegan en forma a las semifinales, cualquiera vendería camisetas en Milán, Manchester, Madrid o Londres. Cesc, por el que dan tanta lora, se tuvo que ir porque los tenía por delante, y en la selección debe conformarse con cargarles los balones. Uno pasa de cuatrocientos partidos con el equipo, el otro hace igual de él mismo que de Ronaldinho. Xavi e Iniesta. Ellos son el presente.

Este Barcelona es el que ganó el título hace dos año, mejorado. Por las bandas, con Zambrotta y Abidal, por el medio, con Yaya Touré, y, por delante, con Henry. Al francés lo chiflaron ayer , aun cuando el partido estaba resuelto a favor de los locales. Yo sigo esperándolo. Trato de adivinarle algo, interpreto sus movimientos, sus reacciones. Tití tiene tres partidos para decir en la cancha lo que traiga guardado entre pecho y espalda. En el peor escenario, habrá sido edificante para Bojan y Messi convivir con un profesional intachable, un modelo de crack diferente a Ronaldinho. Hace dos años no estaba Messi, es probable que esta vez pueda jugar minutos en las semifinales. Me parece que vamos a ver, a finales de abril, despidiendo a la Champions en el Camp Nou, y luego en Moscú, a un Barcelona arrollador, a punto. Sus brujos encendidos, el hambre de sus leones enardecida. Un campeón reivindicado. Un lobo defendiendo a la manada por última vez.

¿Por qué no el Manchester? Aunque practica un fútbol continental, comparado con otros equipos ingleses, ha tenido problemas para trasladar su hegemonía local a la Liga de Campeones. En sus veinte años al frente del club, Alex Ferguson solo ganó una Orejona, en la única final que disputó. La temporada pasada, Milán los anuló en semifinales. De la misma forma, creo que el Barcelona será demasiado rival para los ingleses. Dicen que los Diablos Rojos llegan embalados, intratable Cristiano Ronaldo, golazos por todas partes, Tévez puntual en su cita con el gol. Le tengo más miedo al argentino que al portugués, que me parece medio cagón, aunque a lo mejor son impresiones mías.

Hace poco Zambrotta dijo en una entrevista que había jugado más balones en año y medio en Barcelona que en cuatro años en el Calcio. “Allí te enseñan que, si eres defensa, basta con recuperar la pelota para que no te metan gol. Aquí, no; ser defensa en el Barça exige mucho. Debes pensar en muchas cosas. Debes hacer un trabajo de calidad porque estás obligado a participar en el ataque y ser exigente en todas las decisiones. No es fácil ser lateral en el Barça. A mí me ha obligado a una reforma. La diferencia está en tener la pelota y jugarla.”

El primer gol de Bojan en la Champions, ante el Schalke en Alemania, cayó después de 21 pases consecutivos de su equipo. El fútbol de La Liga es, de lejos, el más elaborado de Europa. Aparte de la calidad de sus jugadores, evidente en el desempeño de sus exportaciones a la Premier, el fútbol español cultiva una tradición táctica, la escuela de Benítez, Juande Ramos o Quique Sánchez. El exigente medio obliga a los equipos que viven de la pelota a perfeccionar sus habilidades. De ahí sale el Barsa, de eso habla Zambrotta. Los ingleses hacen más plata, pero el mejor fútbol viene de España.

La final ante el Liverpool será (si es) a otro precio. Liverpool es el coco, cuenta con lo mejor de los dos mundos: el inglés y el español. Igual, me late, ganará el Barsa. Sobra advertir que me puedo equivocar. Tal vez debí haber comenzado por ahí.