Monday, December 10, 2007

Milagroso Umaña

Quedan noventa minutos para definir el segundo finalista del Finalización (el otro es La Equidad), pero no hace falta esperar el desenlace de la historia en el Grupo A para calificar la campaña del América. Diego Édison Umaña ha obrado un verdadero milagro: además de ganar los puntos que tienen a su equipo peleando por la clasificación a un torneo internacional, el técnico consiguió que los Diablos Rojos tuvieran una consistencia envidiable, recuperando por el camino a los mejores valores del plantel.

Me alegra especialmente la explosión de Hárrison Otálvaro. El joven creador americano se había abandonado a la irregularidad, entrando y saliendo de las listas de convocados, casi nunca jugando de acuerdo a los estándares que dejó como juvenil en las selecciones nacionales. Durante el Finalización tampoco fue titular indiscutido pero, una vez en el cuadrangular, Hárrison fue fundamental para el América. Le vi implicado a fondo, aún más en las últimas dos fechas, cuando el venezolano Rojas no pudo contribuir a plenitud debido a molestias físicas. Está más rápido, tiene el punto de ambición que le faltaba, se entrega hasta el final, y por lo general sus excepcionales condiciones técnicas, su visión del juego privilegiada, marcan las diferencias en el ataque. Ojalá esta progresión no se detenga y Otálvaro pueda llegar tan lejos como apuntan sus buenas formas.

Pablito Armero, Paulo César Arango, Andrés González y Carlos Preciado también se fajaron en las finales. El lateral izquierdo, que también hizo parte del proceso con los juveniles de la selección Colombia, tiene una mejor lectura de los partidos, se dosifica en sus arreones por la banda, no se despista tanto en la marca, y cada vez hace mas daño con sus internadas hacia el centro. Arango volvió al nivel mostrado hace dos años con Ricardo Gareca, ahora con la experiencia necesaria para tener continuidad. El gol que metió el sábado fue una joya: sobre el tiempo, con la responsabilidad enorme de desempatar, con el futuro del equipo en juego, Arango hizo una finta, midió al rival, y metió un puntazo certero que sorprendió al arquero. El gol tuvo un cierto aire a otro que le hiciera Ronaldinho al Chelsea por la Copa de Europa. Andrés González y Carlos Preciado se han convertido en una dupla de garantías atrás, sobre todo cuando el equipo se vuelca al ataque tratando de remontar un marcador desfavorable. La seguridad que no brinda Diego Gómez la dan estos dos defensores.

A propósito del arquero, al que le han caído toda clase de críticas por sus deslices, el sábado tuvo una intervención providencial en tiempo de reposición. Un jugador de Once Caldas le cabeceó a un costado, al piso, y Gómez alcanzó a reaccionar para impedir el empate visitante. Mientras se levantaba del piso, Jorge Banguero lo animaba con palabras de capitán. El Pelícano es otro que ha estado inmenso, pero su fiabilidad ya no sorprende. Quizás un poco sí el excelente estado físico en el que se encuentra, aun cuando le lleva varios años de ventaja a la mayoría de sus compañeros.

El último partido del cuadrangular será ante el Cúcuta Deportivo en la capital fronteriza. El equipo motilón es un hueso duro de roer, por muy eliminado que se encuentre. El sábado en Medellín, Nacional, favorito de los árbitros, tuvo que sudar sangre para empatarle luego de ir perdiendo por dos a cero. Al América solo le vale ganar en el General Santander, pero donde lo tiene más difícil es en Manizales, donde necesita que Once Caldas evite una victoria de los paisas. Si dependiera solo del equipo blanco la vaina no sería tan peliaguda, pero con los árbitros inmiscuyéndose en los resultados, siempre a favor del equipo de Postobón y RCN, no me animaría con esperanzas infundadas.

Por fortuna, los hinchas americanos no dependemos de conjeturas forzosas ni ayudas arbitrales para medir a nuestro equipo. América ya dio la talla, Umaña ya hizo el milagro. Al final solo gana uno, pero no siempre es el mejor.

Monday, December 03, 2007

(Pascual) Guerrero

Cada día que pasa, América pinta mejor. No juega bonito, porque propone un fútbol directo, aguerrido, a quemarropa, desprovisto de virtuosismos y sutilezas. Le van más los partidos hoscos, como entre dos bravos: toma y dame, gana el que quede en pie. Se ha vuelto el equipo batallador de antaño. El sábado, ante Nacional, los jugadores escarlatas repartieron pata que daba gusto. Me imagino que trataban de llevar el partido a un terreno en donde se sintieran más cómodos. Los paisas se regodean en la posesión, en la elaboración infinita, y cuentan con figuras que pueden ganar sus duelos particulares, como Aldo Leao, Galván Rey, Camilo Zúñiga o el chileno Martel. Como están las cosas, no se les podía vencer en sus propios términos. América solo sabe luchar. Sin trámites, sin especulaciones, sin burocracia, sin adornos. Acaso algún ardid para perder tiempo, como demorar el saque o tirar pelotas a la cancha.

Para triunfar, un guerrero necesita tener fe, y al equipo de Umaña le sobra. Cuenta con reservas anímicas como para sobreponerse a circunstancias adversas, incluida la derrota. Se ha medido ante lo mejorcito que da la tierra en una instancia definitiva y ha salido muy bien librado. Eso sí, en los tres encuentros que ha disputado tuvo que apretar hasta el final. Cuando ganó, lo hizo con lo justo. El desgaste físico y mental, producto del esfuerzo, se va acumulando, pero por ahora la actitud del grupo ha sido inmejorable. Incluso tras la pifia de Diego Gómez en Manizales, o ante el autogol de Carlos Preciado el sábado, nada de reproches inoportunos, muecas, o manoteos. A remontar.

La solidaridad del América es manifiesta hasta en la fase de ataque, donde habitualmente prevalecen los egoísmos y las individualidades. El equipo no depende de una figura para ganar. Todos cumplen con su parte. En los primeros dos partidos del cuadrangular, el venezolano Rojas y Paulo César Arango habían sido las claves ofensivas. Ante Nacional, apareció Otálvaro: golazo y asistencia. De hecho, el equipo tiene dos fortalezas en ataque, la pelota quieta y la larga distancia de John Valencia, que todavía no ha explotado en estas finales.

Qué lindo ver a la Mechita peleando por los títulos, batiendo a sus rivales cuerpo a cuerpo, llevando hasta el límite sus estrechas posibilidades. Uno quisiera pensar que el próximo miércoles, ante Nacional en Medellin, se define todo, pero no hay tal. Visto lo visto, sólo habrá seguridades al final. Recordemos que aunque la vaina pinta, y pinta bien, apenas hemos recorrido la mitad del camino.