Wednesday, April 26, 2006

Paso al Rey

Dinho pasa la pierna izquierda por encima del balón. Gatusso tiene sus ojos fijos en la redonda, trata de discernir entre la fantasía y la realidad. El brasilero gambetea a la fiera, da una vuelta sobre sí mismo, y deja caer un pase al ventrículo izquierdo del área, a través del único resquicio de la defensa milanista. El francés Ludovic Giuly está enseñado a jugar junto al Crack Feliz. Permanentemente busca los espacios con piques cruzados a la espalda de las zagas rivales. Lo acaba de hacer, la pelota le llega mansa, y el habilidoso extremo la recibe con un remate de zurda (su pierna menos hábil) al primer palo. Dida se lo come entero.

Hace una semana, el Barcelona FC presentó en Milán un nuevo examen, ante la mirada atenta de medio mundo. El emparejamiento, en semifinales de Champions, sirve para encontrarle la medida precisa al actual campeón español. En menos de tres años, Frank Rijkaard (43 años) ha moldeado un conjunto solvente en el juego y eficiente en los resultados. Una quimera, puesto que se les presume extremos, polos opuestos entre los que se debe escoger. El equipo del holandés se ha consolidado como el más firme candidato a reinar en Europa. ¿Llegará?

Rijkaard aterrizó en Barcelona en el verano de 2003, de la mano del recién electo presidente Joan Laporta. El joven abogado (sus áulicos le dicen el Kennedy catalán), duro opositor del régimen anterior, ganó las elecciones del club con más socios en el mundo gracias a una promesa electoral: traerse a David Beckham. Laporta tenía a un acuerdo con el Manchester United para la transferencia de su estrella mediática, aunque se le olvidó arreglar al futbolista. El Spice Boy (qué grande) se decidió por el Real Madrid, y Laporta hubo de apresurarse a firmar a Ronaldinho. Una carambola similar condujo al holandés Rijkaard al banquillo del Camp Nou. Los rumores señalan que Ronald Koeman, actualmente entrenador del Benfica portugués y en ese entonces del Ajax de Amsterdam, era el favorito de las directivas. Koeman declinó, porque tenía contrato con su club. Un par de negativas después, el Barça contactó a Rijkaard.

“Como jugador lo ganó todo, pero como entrenador no ha ganado nada”, recordaría oportunamente José Mourinho, técnico del Chelsea inglés, hace un año. En efecto, Rijkaard tuvo una trayectoria brillante en el Ajax, donde se formó, el Milán, y la selección de su país. Ganó tres Copas de Europa y dos ligas italianas en más de 200 partidos para el modélico Milán de Arrigo Sacchi; y formó parte, junto con Ruud Gullit y Marco Van Basten, de una generación privilegiada de holandeses que se consagró en la Eurocopa de 1988, bajo la conducción de Rinus Mitchell, el padre del Fútbol Total.

Centrocampista de dos áreas, Rijkaard gozaba de un físico privilegiado y su juego estuvo marcado por un derroche de energía avasallante. Un temperamento fuerte y en ocasiones explosivo dio paso, con la transformación en director técnico, a una personalidad equilibrada y serena, que sólo se permite el hábito de fumar. Sus jugadores reconocen unánimemente que el inmutable holandés sabe “entenderlos”, debido a su pasado como futbolista de alto rendimiento (se retiró en 1995). Ellos, a su turno, lo respetan porque se hicieron mayores admirándolo a través de la televisión.

Antes de llegar al Barcelona, Rijkaard había sido técnico del Sparta Rotterdam (2001–2002) y de su selección nacional (1998–2000), en ambas ocasiones sin fortuna. Se inició en las lides como asistente de Guus Hiddink en el mundial de 1998, para luego hacerse cargo él mismo de los Orange. Pocas credenciales para quien asumía un reto considerable frente a uno de los clubes nobles de Europa. El Barcelona FC no sabía lo que era ganar desde 1999, y la marcha de su capitán Luis Figo, un año después, lo había sumido en una depresión severa. El portugués cambió los colores Culés por los del enemigo del alma, el Real Madrid, y en Can Barça fueron incapaces de sobrellevar la tragedia, sintomática de un mal mayor. Una institución históricamente bipolar, insegura, vivió algunos de sus años más aciagos. En Cataluña están mirando siempre de reojo hacia la capital, y la mejor época del Madrid Galáctico de Florentino Pérez agravaba la situación. Las campañas mediocres se sucedían y parecían no tener fin.

Ni la contratación de Rijkaard, ni la de Ronaldhino (26 años), en el verano de 2003, despertaron demasiadas ilusiones en el entorno blaugrana. Cabe recordarlo ahora que ambos, en especial el brasilero, se han consagrado en Cataluña. Dinho venía precedido de su fulgurante aparición en el mundial de 2002, en el que la Canarinha consiguió el título, pero también de cierto escepticismo, teniendo en cuenta su desempeño en el Paris Saint-Germain. Ahí protagonizó varios enfrentamientos con su técnico, Luis Fernández, y se ganó fama de amante de la noche, no tanto de los entrenamientos. Un Ronaldo en potencia. Pocos imaginaban el desenlace de la historia. En ésta, su tercera temporada en el club, ha marcado 17 goles de liga, los mismos que convirtió en sus dos ejercicios con el PSG.

Tres años son un mundo, eso está claro. Primero que nada, Rijkaard se concentró en la motivación y en la defensa, cumpliendo con el sonsonete de que los equipos se arman desde atrás. Tuvo que recomponer una autoestima destrozada, y una zaga a la que le metían demasiados goles. Su serenidad, su absoluto control sobre las emociones en la derrota y en la victoria, y el segundo plano en el que decidió posicionarse, contrastaban con el estilo de técnicos anteriores como Louis Van Gaal, pero también con la psicología y naturaleza del Barça. Rijkaard, además, aplicó a rajatabla la ley no escrita de que primero se habla con los jugadores y luego con la prensa. No anticipa las alineaciones, sus conferencias de prensa por lo general (a veces se deja ir con alguna guasa) son para dormirse, pero su plantel se siente protegido, en un ambiente propicio, en el que lo importante es entrenarse y jugar.

“La confianza es la mejor arma del jugador”, declaraba Jorge Valdano en alguna entrevista. El entrenador del Barça ha sido una fuente de confianza para su plantel. A Víctor Valdés (24 años) le dio la titularidad rápidamente, por encima del turco Rustu Recber, la otra opción. El puesto del arquero era, quizá, donde más concentradas estaban las inseguridades históricas del Barcelona Fútbol Club. La sombra de Ándoni Zubizarreta es larga, y no ha habido ninguno que, como él, disipe las dudas en el arco. Incluso Pepe Reina, actual arquero del Liverpool, la segunda mejor defensa de la Premiership, tuvo que irse a Villarreal, porque se dejó contagiar del ambiente. A Reina no lo aguantaron, sus primeros errores le costaron alternar como suplente; Rijkaard no cometió el mismo error con Valdés. Lo sostuvo en la valla, y el catalán le terminó dando la razón.

La personalidad no es el fuerte del arquero del Barça, ascendido al primer equipo mediante el sistema de divisiones menores del club, una de las mejores canteras de España. Oliver Khan es su ídolo, como para ponernos en contexto. Igual que el alemán, Valdés ha conseguido imponer su calidad por encima de cualquier otra consideración. Con todo y su actitud, su mascado de chicle, su gesticulación y sus alaridos, su caminado de malandro, es uno de los mejores de la Liga (el año anterior ganó el Zamora, el premio al arquero menos vencido). Le recriminan ciertos gafes, que suelen costarle al Barça una buena cantidad de goles al año, aunque son abrumadora mayoría las ocasiones en las que salva a su equipo. Posiblemente sea el más rápido volando, lanzándose por un balón. El martes pasado lo demostró alcanzando un cabezazo de Maldini en el 2t, cuando el Barça ya ganaba, al estilo de los clásicos. Se hizo a la pelota en el aire y la encajonó para no dejarla ir más. Sin rebotes ni tiros de esquina, y con los más letales depredadores del mundo alrededor.

Durante el primer semestre de la liga española 2003–2004, el Barça dio la impresión de ser el mismo equipo inconstante y acobardado de antes. Al momento del receso decembrino, los Culés andaban a 15 puntos del puntero, Valencia, y 12 de su escolta, el Real Madrid. Hubo quienes se aventuraron a hacer las cuentas del descenso. Laporta mantuvo a Rijkaard en su puesto, entendiendo que un equipo no se construye de la noche a la mañana. La estabilidad es un valor escaso en el fútbol y, sin embargo, indispensable para el éxito. El presidente superó el primer desafío de su gestión, aun a pesar de que dentro del club sonaba fuerte el nombre de Luiz Felipe Scolari.

Para el Barça, aquel fue un año de transición, en el que el cambio de ciclo se auguraba, sin ser evidente. El equipo tuvo una segunda vuelta estupenda, y se situó segundo en la tabla, tras el rendidor Valencia de Rafael Benítez, a la postre campeón de Liga. Ronaldinho disputó 32 partidos en el campeonato, y marcó 15 goles. La alegría natural del de Porto Alegre contaminó el ánimo tradicional del equipo y la afición. Su juego azaroso, impredecible, fulgurante y espectacular, se constituyó en el principal atractivo del Barça.

Si Valdés fue una elección de Rijkaard, Carles Puyol (28 años) se ponía sólo mucho antes de la llegada del holandés. El capitán del Barcelona debutó en octubre de 1999, cuando el equipo estaba en manos de Louis Van Gaal. Puyol nació en un pueblo al norte de Cataluña, la Pobla del Segur, y llegó a La Masia (el lugar de entrenamientos y formación de jugadores del club) con 17 años. Van Gaal lo utilizaba como marcador derecho, pero desde hace por lo menos cuatro temporadas, Puyol viene desempeñándose a un altísimo nivel en la posición de defensa central. Completa más de doscientas apariciones en Primera con la camiseta azulgrana y es uno de los estandartes del equipo. Valga decir que el catalán es un hincha furibundo del Barça.

Muchos aficionados consideran a Puyol un jugador torpe, quizás porque su intensidad lo hace ver así. Recuerdo un día que, parado bajo los tres palos como último hombre, se lanzó de cabeza para detener un taponazo de un delantero rival. Pocos meses antes había tenido que jugar con una máscara de protección, porque en un encontronazo se había fracturado la nariz. Puyol se lanzó igual, alargando nuevamente las fronteras de lo que arriesgaría con tal de salvar a su equipo. No es muy alto (178 centímetros), pero sí veloz. En la liga inglesa sería un ídolo absoluto, aunque es sabido que el único club donde jugaría, además del Barça, es el Milán. Los italianos lo quieren, pero por ahora planea retirarse en su club.

Puyol, el mejicano Rafael Márquez (27 años) y Oleguer Presas (26 años) constituyen el núcleo de la defensa catalana, que todavía requiere un par de refacciones en los laterales. Márquez tuvo que desempeñarse en la medular en sus primeras temporadas en Barcelona, y Oleguer fue titular en la defensa que consiguió el título de liga en 2005, pero el barcelonés ha tenido que reinventarse como lateral derecho, ante el retorno de Márquez a su posición original. Sobre el de Michoacán ya dijimos un tanto en el análisis de su equipo para el Mundial y sobre Oleguer baste decir que es un marcador recio, terco, y un personaje singular (lo tildan de separatista y antisistema, y es escritor). Es una pena, pero en el futuro se tendrá que conformar con ser su suplente. Para la derecha viene, si no se presenta ninguna sorpresa, el brasilero Daniel Alves, actualmente en el Sevilla. Figura en las selecciones juveniles de su país, este talentoso marcador de punta se perfila como una de las revelaciones para la siguiente temporada.

Barcelona juega, cómo no, al estilo holandés, 4–3–3. La superioridad numérica en el ataque se debe compensar con un trabajo arduo en el centro del campo. Actualmente, Andrés Iniesta (21 años), Deco (28 años) y Edmilson (29 años) son quienes más frecuentemente ocupan esas posiciones. Iniesta, nacido en Fuentealbilla, es el único español no catalán del primer equipo, y ha sido reconducido a unas posiciones de sacrificio con Rijkaard. En las inferiores del Barça jugaba más volcado hacia el ataque, mientras que ahora lo hace con las funciones multiplicadas por la responsabilidad en la marca. Ha sustituido a la perfección a Xavi Hernández (26 años), quien sufrió una fuerte lesión de rodilla en diciembre y está a punto de reaparecer, constituyéndose en el metrónomo de su equipo. Encuentra los mejores pases, la velocidad adecuada, y rara vez pierde la posesión de la pelota. Tiene, igual que Xavi, un talento especial para los pase–gol, y una humildad que su entrenador aprecia y recompensa. Cabe mencionar que Cesc Fábregas tuvo que irse al Ársenal para poder jugar, porque en la línea de mando le precedían estos dos cracks.

Deco regresará a la titular hoy, en el partido de vuelta de las semifinales de Champions. El Camp Nou estará lleno a reventar, ansioso porque el sueño de otra final europea se haga realidad. Entre los locales, el brasilero nacionalizado portugués es el único que ya ha ganado el título continental en el pasado. Lo consiguió con el Porto de Mourinho en 2004, antes de llegar al Barça, lo que significa que tiene los mismos títulos que el club, de 107 años.

El centrocampista fue fundamental en la conquista del título liguero (35 partidos, 8 goles) en 2005, y resume a la perfección las virtudes de su equipo en el campo. Sabe quitar, sabe sudar, sabe correr, sabe amansarla, sabe tocar, sabe ponerla. Cumple su segunda temporada en el Barça y es como si llevara toda la vida en la ciudad condal. Deco escogió irse a Cataluña, a pesar de que contaba con mejores ofertas económicas. Quería vestir la camiseta blaugrana y hacer historia en el club. Está a punto de conseguirlo. Luego de haberse acostumbrado a perder, los Culés aprendieron a ganar y a sobreponerse al favoritismo, a convivir con la victoria.

El Barcelona FC ha revalidado su título local, y sus figuras acaparan los premios deportivos individuales. Samuel Eto’o (25 años) comandará el ataque de su equipo ante el AC Milán, en un estadio con cien mil espectadores coreando su nombre. Un momento mágico del fútbol, probablemente lo que soñaba de niño, pateando pelotas hechizas en Nkono, Camerún. Él cumple su sueño, y también el de su club, que anduvo buscando durante años un goleador como él.

Florentino Pérez no le quiso en el Madrid, y terminó traspasándolo parcialmente al Mallorca, y luego al Barça, a finales del verano de 2005. Quizás el peor error en su mandato. Haberle quitado un jugón de esos al club de la capital curó definitivamente las heridas ocasionadas por la ida de Figo. El camerunés ronda los cincuenta goles en la liga en sus dos temporadas en el club, y este año ha marcado 29 goles en 39 partidos. Hace una semana no la embocó en Milán, pero según las estadísticas no tardará. Si Ronaldinho se dosifica, Eto’o es una fiera que no sabe sino entregarlo todo. El hambre del africano era lo que le faltaba al equipo. Quiere ser el mejor del mundo y no se detendrá hasta conseguirlo.

“Nadie se acuerda de los segundos”, declaraba Riquelme en la previa del Villarreal–Ársenal. Nada quedará de tanto esfuerzo, si el Barcelona no consigue eliminar esta tarde al Milán, y superar al trabajado y brillante equipo de Arsene Wenger en París. El presidente Laporta ambiciona consolidar una hegemonía local, sobre la que se asiente la primera dinastía europea del Barça. En tres años, su técnico ha confeccionado un equipo a esas medidas. Rijkaard tiene en sus manos el plantel que mejor ha jugado en Europa en los últimos dos años. Más que Ronaldinho, mucho más que la suma de sus estrellas individuales, el Barcelona representa el paradigma del fútbol esteta. Se puede disfrutar, jugar del alma, y ganar.

Suerte para los campeones.

Palomo

(casi como en el blog de Eltiempo.com)

Wednesday, April 12, 2006

Henao, vetado

Juan Carlos Henao, figura excluyente de la gesta histórica del Once Caldas en la Copa Libertadores de 2004, cobraba mal y sus patrones se negaban a mejorarle el sueldo. El arquero se les avispó, esperó a que su contrato venciera, y arrancó con sus derechos deportivos en la mano al Santos. No le fue bien en Brasil y está de regreso. Pero en Colombia no puede trabajar porque los clubes profesionales acostumbran vetar a los miserables que evadan el cerco. Los dejan sin comer.

El fútbol colombiano reconoce la figura de los ‘derechos deportivos’ y la venta de la fuerza de trabajo de los menores de edad. Clubes aficionados tranzan diariamente derechos deportivos de pelados de trece años, infringiendo las leyes, la constitución y tratados internacionales. Igual hacen los clubes profesionales, cuando apelan a los ‘derechos deportivos’ para obligar a sus jugadores a someterse a condiciones laborales premodernas. ¿Qué pasó con el libre mercado?

Mercado de esclavos, más bien. Existe un fallo de la Corte Constitucional, de 1998, que prohíbe este tipo de prácticas, y sin embargo Colfutbol se tomó siete años en reformar los estatutos que firmó Juan José Bellini en 1994. El 9 de diciembre pasado, Óscar Astudillo se puso al día con la justicia, presionado en gran medida por el conflicto laboral que enfrentaba con la Asociación de Fubtolista Profesionales. Lo hizo únicamente de forma, claro, al estilo nuestro; el nuevo régimen se repite en los defectos del anterior.

La FIFA, que no es ninguna pera en dulce, promulgó desde 2001 el estatuto del jugador, en donde se establecen las prerrogativas por las cuales debe regirse el deporte a nivel mundial. El organismo abolió los contratos a término indefinido, los ¿derechos deportivos¿, la cesación unilateral de contratos (la figura del ¿bajo rendimiento¿), y la comercialización de la fuerza laboral de menores de edad. Puso tope máximo a contratos de trabajo (tres años), y estipuló ¿derechos de formación¿ para las transferencias entre clubes de juveniles aficionados (el Arsenal se los pagó al Barcelona cuando se llevó al volante Cesc Fábregas).

En Colombia todo eso (el estatuto FIFA, la ley, la constitución) es letra muerta. Este año, de nuevo, la Dimayor instruyó por escrito a los clubes abstenerse de contratar jugadores que recurrieron a la justicia ordinaria para obtener su libertad de trabajo. De hecho, la consigna proviene de la mismísima Confederación Suramericana de Fútbol, con sede en Paraguay. Una conspiración internacional.

El Deportivo Cali, entre otros, prefiere arriesgarse con David González que fijarse en Henao. Tienen vetado a un campeón de Colombia y de América, elegido en su momento mejor arquero del continente. El paisa se entrena desde hace meses con sus excompañeros del Once, en espera de que salga algo afuera, porque en esta tierra la ley no basta para protegerlo. Sus colegas, los jugadores profesionales, deberían declararse en huelga para que le restituyan el derecho al trabajo. Los aficionados en general, y en particular los que se precian de ser ‘gente de bien’, deberían manifestar su repudio a estas prácticas, y forzar a Colfutbol, a sus clubes, a que consideren con seriedad las peticiones de Acolfutpro.

En octubre del año pasado, los futbolistas agremiados convocaron a una huelga para obligar a su contraparte a negociar el estatuto del jugador, junto con una serie de reformas. Los clubes respondieron en bloque, declarando la huelga ilegal. Infracción abierta de un derecho fundamental consagrado en todas las constituciones del mundo que llaman libre. Nadie dijo esta boca es mía. Nadie se rasgó las vestiduras, ni siquiera los proclives. Aquí es así. Algunas ilegalidades se celebran, y otras se pagan con la vida, como bien lo expresa la consigna presidencial ‘linchen a los corruptos’.

Palomo

(casi como en el blog de Eltiempo.com)

Friday, April 07, 2006

Grupo F. La mano de Pelé

(7 de abril)

“Ha estado bien”, declaró Carlos Alberto Parreira, entrenador de la Seleçao, refiriéndose a Ô Rey durante el sorteo de los grupos del Mundial de Alemania. “Creo que ha tenido la mano caliente”. Brasil encabeza el grupo F del Mundial. Croacia, Japón y Australia lo complementan.
Los pentacampeones fueron la última selección que consiguió repetir título en el certamen, en 1962. Sólo Italia, cuando los mundiales eran todavía experimentos, había alcanzado una hazaña similar. Quizás la maldición del que defiende el título sea la mayor amenaza del Scratch, que por lo demás enfrenta el torneo en medio de un consenso absoluto respecto de sus opciones. Diego Armando Maradona lo ha catalogado como candidato único, y un repaso a la nómina de internacionales brasileros basta para darle la razón.

Comencemos por el principio, la individualidad más desequilibrante del fútbol en este siglo (además del icono marquetinero que más dólares mueve), Ronaldo de Assís Moreira (26 años). El 10 del FC Barcelona fue declarado en 2005, por segundo año consecutivo, FIFA World Player. Este premio, resultado de la votación de los jugadores y los técnicos de cada país asociado (la FIFA tiene más países afiliados que la ONU), es probablemente el más idóneo entre los galardones a la excelencia en el fútbol. Ronaldinho, natural de Porto Alegre, empezó a despuntar en el Gremio de su ciudad natal, y en las selecciones juveniles de su país. Su juego está fundamentado en un control y una técnica excepcionales, en particular con el balón en movimiento, y en la potencia y velocidad física.

Una de las diferencias que marca Dinho, y en eso se asemeja su ídolo, el basquetbolista Michael Jordan, es que es capaz de realizar en los escenarios de la máxima competencia lujos que por lo general están confinados a las prácticas. Pases de espalda, tacos surrealistas, engaños inéditos, asistencias sin ver, goles a balón detenido, el repertorio del crack blaugrana se renueva y se perfecciona en cada partido. Éste es su tercer año en el Barça, y los registro echan su propio verbo. 17 goles en 26 partidos de liga, y 7 pepas en 9 cotejos europeos. Un monstro en expansión.

Un camino del que regresa el nueve del Madrid, Luís Názario De Lima, Ronaldo (29 años), quien completa una docena de temporadas en el Viejo Continente, ahora en las filas del ajado Real de Madrid. El carioca es el mejor definidor que existe sobre la faz de la tierra, pero se ha roto la rodilla un par de veces y su físico perdió el poder de su primera juventud. ¿Cuál ha sido la mejor versión de R9? Sin dudas, la que dirigió Bobby Robson en la temporada 1996–1997, la única que el Fenónemo militó en Barcelona. 37 goles en 34 partidos, una animalada sin par.

Nueve años después, 17 meses de para incluidos, Ronaldo se enfrenta a su cuarto Mundial ostentando el mismo registro anotador en la competencia que Pelé, 12 goles. Buena parte de ellos los cosechó en Corea y Japón (2002), en donde firmó un regreso al primer nivel espectacular, anotando 8 goles para el eventual campeón. Ronie aparece justo en el instante definitivo. Sus goles son tan cuantiosos como importantes. Goles de finales, que dan títulos.

Podría uno seguir, sin parar, porque el plantel de la selección brasilera es un conglomerado de taicunes. En cada posición hay dos cracks, campeones del mundo, figuras de sus respectivos clubes. Atención con Káká (24 años), volante del AC Milán. Más discreto que Dinho, el de Brasilia no tiene qué envidiarle. Es igual de letal. Su visión del juego, sus pases en profundidad, y su técnica individual le resuelven partidos cada ocho días al conjunto de Carlo Ancelotti. En dos semanas los podremos ver frente a frente, en la serie de sus respectivos clubes por las semifinales de la Champions.

En la banda derecha, parecería que finalmente apareció el sucesor de Cafú (36 años): Cicinho (26 años), transferido del Sao Paulo al Madrid en diciembre. Tiene una derecha privilegiada, sabe centrar como pocos, y te puede pintar la cara en el uno contra uno. En su momento, en Sao Paulo, era el favorito de Luxemburgo; ahora es lo único que le agradecen a Luxa en la capital española.

Dida (33 años), el arquero del AC Milán, fue titular de la selección en el camino a su quinto título mundial y es poco probable que Parreira, quien ya fue campeón dirigiendo a Brasil en 1994, le quite el puesto. No pasa por su mejor momento, pero no son horas de experimentar. En una entrevista el técnico se describía como “viviendo un sueño”, por tener a su disposición una base de jugadores inmejorable. Adriano (Inter), Emerson (Juventus), Juninho (Lyon), Lucio (Bayer Munich), Mancini (Roma) hacen parte de lo que Parreira ve cuando cierra los ojos. Su verdadera ilusión, borrar la fama de defensivo, a la que se hizo en Estados Unidos 94, con el equipo de Romario, Bebeto, Mauro Silva y Dunga. Todos los números para Brasil en la Copa del Mundo.

La vida sigue, debieron pensar los rivales que el sorteo le deparó a Brasil. Zico (53 años), entrenador de Japón, tuvo quizás la aproximación más original. “Prefiero enfrentarme a Brasil en primera ronda, y no en eliminatorias directas”. Tiene razón, en primera ronda es en el único momento en el que se perdona una derrota, pero su seleccionado se va a tener que esforzar a fondo para superar a Croacia y colarse en los octavos de final.

Japón llega a Alemania como la gran potencia asiática de la actualidad. En 2004, once años después de organizar su primera liga profesional, el equipo orientado por Zico se adjudicó por segunda vez consecutiva la Copa Asiática. Venció a China, anfitriona y su rival histórico, en una final salpicada de política y demás.

Francia 98 fue el primer mundial de Japón, y desde entonces no ha dejado de asistir. Hidetoshi Nakata (29 años), dos veces mejor jugador asiático (1997–1998), representa el tremendo desarrollo del fútbol de su país; aunque su nivel no es el de aquel mediocampista de remate letal que se consagró en el Calcio (Roma, Parma, Fiorentina, Bologna). Alemania será su última Copa del Mundo. Ahora, Shunsuke Nakamura (27 años), también volante, ejerce de líder en su selección. Nakamura dio el salto del Yokohama Marinos al fútbol europeo en 2002, luego de la excelente presentación que su selección hiciera en Japón y Corea (cuartos de final). Militó tres temporadas en el Regina y va camino de su primer título de liga con el Celtic escocés, al que fue transferido el año anterior (29 partidos jugados, 4 goles).

Zico, segundo goleador histórico de la Canarinha, enfrentará a su país natal en Alemania, pero el Pelé Blanco no dramatiza, “ya le pasó a Didí” (el bicampeón del mundo enfrentó a Brasil, dirigiendo a Perú, por los cuartos de final de México 70). También ha declarado que cualquier posibilidad de su selección pasa por derrotar a Australia en el debut; y aún más, que Japón “puede alcanzar las semifinales”.
Lo primero se puede dar, y lo segundo está complicado.

Croacia es la primera razón, de todas las que se me ocurren. El joven país, que se independizó de la antigua Yugoslavia, se afilió a la FIFA apenas en 1992, y ya tiene un palmarés que envidiarían varias ‘potencias’. Liderada por el delantero Davor Suker, goleador del certamen con 7 anotaciones, Croacia alcanzó el tercer lugar en Francia 98. Los croatas practican un fútbol técnico y fuerte, que se potencia una vez se enfundan la casaca nacional. Zlatko Kranjcar ha retomado el rumbo perdido (Croacia no clasificó en 2002 y en 2004 fue eliminada en primera ronda de la Eurocopa) desde que tiene las riendas de la selección, y la clasificó primera en el Grupo 8, por encima de Suecia, a la que venció en ambos emparejamientos.

El pasado 1 de marzo Croacia volvió a desplegar su gran nivel, en una postrera victoria sobre Argentina, en un amistoso disputado en Suiza. Los de Pekerman cayeron 3 por 2 con un gol de Darío Simic (30 años) en el segundo minuto adicional del 2t. El jugador del Milán representa la vieja guardia del equipo, junto con los hermanos berlineses Robert (32 años) y Nico Kovac (34 años), de Juventus y Hertha Berlín respectivamente, todos en la defensa.

Otro cacique es Dado Prso (31 años), delantero del Rangers escocés. Cinco goles lo acreditaron goleador de las eliminatorias para su selección. Con el Rangers ha marcado 27 goles en las últimas dos temporadas, y es titular indiscutible. Igual que Niko Kranjcar (21 años), hijo de Zlatko, en la selección. Aparte de las polémicas y la crítica, el volante de Hajduk Split, único jugador de la liga croata entre los inicialistas habituales, se ha ganado el favor de su pueblo con las pinceladas del mejor talento desde los tiempos de Zvonimir Boban. Él e Iván Klasnic (26 años), delantero del Werder Bremen alemán, serán los llamados a tirar del carro en el Mundial. Klasnic, nacido en Hamburgo, acumula 34 goles en las últimas tres temporadas con su club.

Australia necesitaba un milagro para regresar a la fase final de una Copa Mundo, y acudió al especialista en la materia. El holandés Guus Hiddink (59 años) participa en su tercer Mundial consecutivo, esta vez al mando de los Socceroos. Jugador de medio pelo, Hiddink se ha bañado en gloria desde el banquillo. Ganó tres ligas holandesas y la única copa europea del club con el PSV Eindhoven, y ha sido dos veces semifinalista de la Copa Mundo, con Holanda y Corea del Sur.

En Francia 98 perdió ante Brasil y luego ante Croacia, en el partido del contentillo. Cuatro años después condujo a Corea del Sur a las mismas instancias, con una escandalosa anuencia arbitral. Australia quiere un milagrito semejante, luego de imponerse ante los bicampeones orbitales, Uruguay, en el repechaje, pero tendrán que conformarse. Si no, Hiddink se gradúa de mago.

Los mejores jugadores de la selección militan en la liga inglesa. Entre ellos, atención con Harry Kewell (27 años), extremo izquierdo del Liverpool, Mark Viduka (30 años), delantero del Middlesbrough, y Tim Cahill (26 años), volante del Everton.

Palomo

(casi como en el blog de Eltiempo.com)