Wednesday, July 05, 2006

Gracias, Jurgen

El trayecto hacia la final del próximo domingo dejó grandes equipos en la cuneta y recuerdos imborrables para los hinchas del balón. Ayer, Alemania cayó con dignidad y la conciencia tranquila. Hoy, los Bleus han llegado a la cima empuñando su única verdad: Zizou.

En las semifinales ante Portugal, Zidane y los suyos redondearon la sorpresiva resurrección de un equipo de ancianos regresando de la gloria. El hijo de Marsella, hoy por hoy, es la gran figura del torneo. La crónica de la selección francesa en Alemania ha sido una inspiración para muchos escépticos del fútbol. En un mundo en el que el diez es una especie en extinción, asediada por el imperio de los sistemas tácticos, Zinedine Zidane ha puesto su derecha sobre el balón y los puntos sobre las íes. Si perdura alguna verdad en este hermoso deporte, está en los botines de Zizou.

Raymond Domenech llegó casi con el rabo entre las patas a Alemania, y los primeros resultados parecían justificar los rumores sobre las agrias diferencias dentro del plantel, el mal nivel de algunas de sus figuras, y la terquedad suicida de su técnico, aficionado a la astrología. Las mofas iban y venían, pero de repente Francia se levantó y anduvo.

Nunca le he visto un mejor partido a Zizou que ante Brasil. El maestro volvió a sus andanzas de bailarín exquisito, y se encontró en el prefacio de un gol, por primera vez en 54 partidos juntos en la selección, con Thierry Henry. Una estadística inquietante; ¿cuál sería el tope de Francia si coincidieran más a menudo estos dos grandes jugadores?

El resurgimiento de Zidane se produce gracias al trabajo denodado de otro veterano de los Bleus, Patrick Vieira. El mundial del senegalés ha sido fenomenal. A él también lo pretendieron enterrar antes de tiempo, pero el enorme volante central fue el artífice de la victoria ante Togo, en el último partido de la fase de grupos. Los franceses sumaban dos puntos y no podían contar con Zidane, suspendido. Vieira retomó el brazalete de capitán y condujo a la selección hacia una merecida victoria en la mejor presentación de los Bleus hasta entonces.

Zizou cumplía 34 años aquel día y enfrentaba la posibilidad de finalizar su carrera deportiva de una manera indigna para sus galones de general. La leyenda dice que, mientras observaba el picado en un televisor desde el camerino para evitar que las cámaras lo poncharan, el Monje Blanco se conmovió con el nivel y la raza que mostraron sus compañero. Ellos lucharon para regalarle la oportunidad de regresar, una vez más a la cancha. Un equipo de campeones que quiere jubilar a su capitán en lo más alto. Que sea.

La última vez que Portugal jugó una semifinal de la Copa del Mundo fue en 1966, cuando cayó eliminada ante el local, Inglaterra, 2 goles por 1. Desde entonces, nunca pasó de la primera ronda. Luiz Felipe Scolari ha obrado el milagro en la selección lusitana, impregnándola con su carácter ganador y su sabiduría táctica. Aunque los moralistas (no son sólo hinchas del Cali) se apresuran a cuestionarlo, el técnico brasilero es mucho más que unas cuantas astucias. Obsesivo y meticuloso, Felipao deja lo menos posible al azar. Ricardo, el arquero de Portugal, no necesitó chancuco para adivinar la dirección de cada uno de los penales ingleses en la definición de cuartos de final. Tenía la lección bien aprendida.

Varios comentaristas especializados recordaban, cuando arrancaba este Mundial, que la selección italiana también había llegado precedida por escándalos a España 1982. Paolo Rossi acababa de salir de una suspensión por participar en actividades anti deportivas. Las críticas arreciaban y obligaron a su técnico Enzo Bearzot a cerrarle las puertas a los medios, siendo uno de los primeros en adoptar el Silenzio Stampa, que tendría tanta acogida después. Italia, a la postre, sería campeón en España, y Paolo Rossi brillaría como la figura y el goleador del torneo.

Hoy, la justicia italiana lleva adelante un proceso por fraude en el Calcio, que ha llevado a un juez a solicitar que se relegue a la Juventus a la tercera división, con la posibilidad de que se le despoje de los títulos ligueros que conquistó en las últimas dos temporadas. La investigación judicial abarca al Milán, a la Fiorentina y a la Lazio, y sacude los cimientos del una de las ligas más poderosas de Europa.

En medio de esta vorágine noticiosa, que tenía al país entero esperando lo peor, el equipo nacional ha venido consolidando su juego. Un comienzo irregular ha dado paso a una evolución impresionante, culminada con el partido de ayer, uno de los más vibrantes del campeonato. Italia consiguió imponerse ante nada menos que el anfitrión. Ganó merecidamente, y la categoría de sus jugadores dejó en evidencia al equipo de Klinsmann.

A pesar de sus múltiples pérdidas de balón, Andrea Pirlo definió el partido en las postrimerías del segundo tiempo extra, con un pasegol al corazón del área mirando hacia la dirección opuesta, estilete Ronaldinho. Grosso recibió el regalo con una rosca de zurda, pegada al segundo palo de Lehman. Golazo. Italia es otro equipo que se le apunta al toque–toque. Pirlo, Zambrotta, Totti, Del Piero, son todos jugadores habilidosos, capaces de tejer pases hasta llegar al gol.

Las sustituciones de Marcelo Lippi fueron definitivas en el desenlace del partido ante Alemania. Aguantó a Pirlo y metió a Iaquinta, protagonista del extra tiempo, Gilardino, asistente en el segundo de Italia, y Del Piero, el otro goleador del partido. Cambios ofensivos para una selección asociada con el viejo Catenaccio.

Nos quedamos esperando a Ballack
y su gol, quizás lo que necesitó Alemania para desequilibrar el enfrentamiento. Pero la selección de Jurgen Klinsmann está libre de reproches. “Desde el primer momento nos hemos entregado de corazón y de espíritu. Lo hemos dado todo”, declaró el técnico al final. “Creo que hemos visto algo fantástico. Lo hermoso del fútbol es que tiene la capacidad de generar estas emociones, unir a la gente, y crear un ambiente muy especial”.

Los teutones supieron perder y, tanto en las tribunas como en la cancha o en las calles, se resignaron a llorar la derrota. Los cronistas describen una atmósfera espectacular en el estadio de Dortmund durante todo el partido, y también al finalizar. Los jugadores dieron una vuelta de la honrilla ante unos aficionados que entonaron el celebre “You’ll never walk alone” (nunca caminarás sólo) del medio anglosajón. Alemania se ha dejado contagiar del fútbol optimista, ambicioso y entregado de su selección, y no da por mala una derrota en semifinales. “Mi situación no es lo que importa”, respondió Klinsmann a los periodistas que le preguntaron por su futuro, conciente de la trascendencia del momento. Un crack. Igualito a los que tenemos acá.

No comparto la tristeza de los suramericanos porque dizque nos quedamos sin representantes en semifinales. Por lo que a mi respecta, el último de nuestro querido tercer mundo en salir del torneo fue Ecuador. Brasil pertenece, para todos los efectos, al primer mundo futbolístico, y Argentina sin duda preferiría ser calificada igual.

Tampoco adhiero a la posición de algunos comentaristas de criticar a Ronaldhino, o calificarlo de jugador menor o mercenario. En su club, Dinho juega en un equipo hecho para él, que vive de su liderazgo en la cancha, que lo busca siempre que necesita respuestas. En la selección, Parreira ha preferido respetar a los viejos capos como Cafú, Roberto Carlos o Emerson, aunque eso significara que la sangre nueva de la Seleçao quedara relegada a un segundo plano. Dinho estuvo en la cancha, pero nunca se sintió cómodo dentro del equipo. ¿Culpa de él, o de su técnico, que no supo sacarle provecho?

Palomo

(casi como en el blog de Eltiempo.com)

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