Thursday, December 18, 2008

Lorencito (dos)

en los dos últimos años aprendí a esperar, puede decirse, aunque todavía vivo con vértigo. te cuento que aproveché que se adelantó el viaje de regreso a Bogotá, para seguir derecho hacia Cali, detrás de la estrella trece. esas son las únicas que de verdad sigo, compradas y pisoteadas como están, de papel–moneda. nada es seguro todavía, aprendí eso durante la oscuridad de Ronaldinho. pero también se que América se juega el honor de la ciudad, lo que le queda de alegría, ambición y fortaleza. así estamos en el Valle del Cauca por estos días, que las épicas solo se dan el Pascual Guerrero, de la mano de la Mechita. nada me ha partido el alma como la decadencia de mi tierra, la de mi papá. aún así, nada me da vida como la Sultana.

se acaba otro año, monstro, con sus sinsabores. en junio estábamos comiéndonos el sapo más bravo de todos, perdiendo contra chico, pero también gozamos el camino a la final. ahora estamos repitiendo. aunque el fútbol colombiano es cualquier cosa menos la Liga o la Premier, todavía se cuentan historias épicas en sus canchas. a pesar de los pesares (de los capos, de los periodistas, de las corbatas, de las pirañas), hay cierta vigencia en nuestro devaluado torneo. sobre todo porque hemos podido asistir a la resurección del América, de la mano de Umaña (y Álex Escobar) y el plantel. la historia improbable (como decía Obama) de un grupo que se ha sobrepuesto al pillaje por parte de sus administradores, la quiebra económica, la muerte civil, la vida fantasma en una ciudad fantasma.

en sintonía con el espíritu navideño, valga la pena el reconocimiento al rival de patio, que tiene una organización modélica. ahora que se habla tanto en el Congreso de reformar el fútbol, ¿por qué no se inventan unos incentivos para privilegiar organizaciones así, sociales y deportivas, democráticas, ejemplares? ya está bueno de este fútbol pirata nuestro, en el que están representados solo los más viles ejemplares de la fauna nacional. infortunadamente, la inmensa ventaja estructural de los azucareros con respecto a los demás clubes colombianos, todos corsarios, de un pelambre o el otro, no se ha traducido en una hegemonía. hay un cáncer que se come al Super Depor, que no se cura con nuevos técnicos o limpiezas dentro del vestuario, ni siquiera con la nueva administración.

el espíritu navideño no me da para más, porque a los hinchas del Cali todavía no les perdono que se hayan ido a vivir a Miami cuando el rancho ardía, como tampoco me perdonaré haberme ido yo, también.

le endosamos la ciudad a personajes como Abadía, el gobernador–patrón. Valle perdió los juegos nacionales, que era la gran apuesta mediática del ilustre mandatario. regadas por toda Colombia están las vallas en las que posaba con cara de matón, robándose el prestigio de las medallas olímpicas de los deportivas vallecaucanos. para que no se nos olvide hasta donde hemos llegado. seguro que el estafeta del senador Martínez (malaya sea) se monta ahora en el bus de la victoria americana. ya lo ha hecho en el pasado. el rumor en Cali es que el gobernador tiene planeado hacerse con el control del club. solo un capo le puede recibir eso a los reyes depuestos, ya que el Estado, el candidato natural para intervenir la propiedad del club, arrebatársela a los Rodríguez, ha optado por la indiferencia absoluluta. lo que digan los gringos, como siempre. yo pensaba que estábamos en la mala, pero la realidad siempre te enseña que se puede empeorar. caer en las manos de Abadía . . . como para hacerse del Cali.

considerando este panorama desolador, el milagro de Umaña solo se engrandece. los americanos tenemos que gozar, como si fueran las últimas, estas tardes de gloria. nos persigue el aliento de la muerte, dead man walking. el futuro, lo que pase después de que se acabe el partido, es lo de menos. lo que importa, los tesoros, son estos momentos, el camino. importan las dos horas del partido, el grito de una ciudad que pide clemencia, que busca solaz. el encuentro de una hinchada con su equipo del alma, el pálpito del pueblo americano. dos horas. independientemente del desenlace, eso no nos lo podrán quitar jamás.

2 comments:

Tomas de Sietearroyos said...
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Tomas de Sietearroyos said...

Oops, como q se me fue el enter.

En fin mostro, me mataste con ese post. Pero lo q me parece de destacar de esta historia de la Mecha es q la ciudad jodida, el equipo jodido, y vealos, papa!!

Y fresco, marica, q el rancho nunca ha parado de arder. Aunq te comento q en estas epocas de fin de ano y con matrimonios y campeonatos epicos alla, uno se siente como un hp hongo. Ninguna ausencia pesa peor q la de uno mismo... Saludes a todos y q te goces Cali.